Lucía y la magia de la señorita Ana



En el primer día de clases, Lucía se levantó con mariposas en el estómago. Estaba nerviosa por conocer a su nueva maestra y a sus compañeros de clase.

Había escuchado rumores de que la profesora era estricta y exigente, lo cual la llenaba de temor. Al llegar al colegio, Lucía vio a los demás niños corriendo y riendo en el patio. Se acercó tímidamente a un grupo que parecía estar divirtiéndose.

De repente, sonó la campana anunciando que era hora de entrar al salón. Lucía respiró hondo y cruzó la puerta. La profesora estaba allí, sonriente y acogedora. Lucía se sorprendió al verla tan diferente a como la habían descrito.

La maestra se presentó como la señorita Ana y les dio la bienvenida a todos con entusiasmo. -¡Buenos días! Soy la señorita Ana y estoy muy feliz de tenerlos en mi clase este año -dijo con alegría.

Los niños respondieron tímidamente con un "buenos días" mientras tomaban asiento en sus pupitres. La señorita Ana notó que Lucía parecía especialmente nerviosa, así que se acercó a ella y le preguntó si todo estaba bien.

Lucía bajó la mirada y murmuró: "Tengo miedo de no ser buena en las tareas". La señorita Ana le dedicó una cálida sonrisa y le dijo: "No te preocupes, Lucía. En mi clase no hay lugar para el miedo.

Aquí vamos a aprender juntos de una forma divertida". Y sin más preámbulos, la señorita Ana comenzó a cantar una canción pegajosa sobre las vocales. Los niños se rieron al principio, pero pronto se sumaron entusiasmados.

Lucía sintió cómo poco a poco su miedo se iba disipando mientras cantaba junto a sus compañeros. Las horas pasaron volando entre canciones, juegos educativos y risas compartidas. La señorita Ana demostraba ser una maestra creativa y comprensiva, dispuesta siempre a ayudar a sus alumnos en lo que necesitaran.

Al final del día, cuando todos estaban por irse a casa, la señorita Ana llamó aparte a Lucía. -¿Cómo te sentiste hoy en clase? -preguntó con dulzura.

Lucía levantó la mirada con una sonrisa tímida: "Me sentí muy bien gracias a ti, señorita Ana". La maestra le dio un abrazo reconfortante y le dijo: "Recuerda que aquí estamos para aprender juntos y apoyarnos mutuamente. No importa cometer errores, lo importante es seguir adelante".

Desde ese día, Lucía dejó atrás sus temores iniciales y disfrutó cada jornada escolar junto a sus amigos y su querida profesora.

Aprendió que el miedo puede superarse con valentía y apoyo mutuo; dos ingredientes clave para enfrentar cualquier desafío que se presente en el camino del aprendizaje.

FIN.

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