Luciana y el Castillo de los Sueños
Era una vez una niña llamada Luciana, que vivía en una ciudad llena de ruidos y luces. Sin embargo, había algo que la hacía sentirse triste: la escuela a la que asistía. El ambiente era gris y poco acogedor, y Luciana no podía concentrarse en sus estudios ni divertirse con sus compañeros.
A menudo, en su mente, imaginaba que era una princesa atrapada en un castillo oscuro. En su imaginación, el castillo era enorme, con torres altísimas y muros de piedra. Luciana se pasaba horas soñando con un valiente caballero que vendría a liberarla. Por supuesto, en su corazón, ella sabía que el verdadero héroe debía ser ella misma.
Un día, mientras miraba por la ventana del aula, vio un grupo de pájaros volando en formación.
"Me gustaría ser tan libre como ellos", pensó Luciana.
A la hora de recreo, decidió hablar con su mejor amiga, Sofía.
"Sofía, odio esta escuela. Siento que estoy atrapada aquí, como una princesa en un castillo. ¡Necesitamos hacer algo!"
"¿Qué te gustaría hacer?", preguntó Sofía con curiosidad.
"Podríamos crear un espacio especial en el patio, un lugar donde todos se sientan cómodos y felices. Como un jardín secreto que nos libere de este lugar".
Sofía sonrió, y de inmediato se empezó a sentir la chispa de la emoción. Juntas, comenzaron a hacer planes. Reunieron a sus compañeros y les propusieron la idea.
"¡Vamos a transformar el patio! Podríamos plantar flores y poner bancos cómodos. ¡Hagamos de este lugar algo mágico!"
Los demás niños se entusiasmaron y decidieron colaborar. Algunos trajeron semillas, otros materiales para construir un pequeño escenario donde pudieran organizar obras y juegos, y algunos simplemente se comprometieron a cuidar el nuevo espacio.
Con el paso de los días, el patio se convirtió en un rincón lleno de colores, risas y alegría. Todos los días, al salir de clase, corrían a ver cómo crecía su jardín.
Un día, mientras estaban en el patio disfrutando de un almuerzo, un nuevo compañero llamado Tomás se acercó a ellos. "Hola, ¿puedo unirme?"
"Claro, ¡bienvenido! Estamos felices de que estés aquí", respondió Luciana.
"¿Qué están haciendo?"
"Estamos creando un jardín mágico, ¡como el que soñamos!" respondió Sofía.
"¿Y cómo puedo ayudar?"
Luciana se dio cuenta de que había encontrado otra persona que no solo necesitaba compañía, sino que podía ser parte de su aventura. Juntos, comenzaron a planear actividades para el jardín: cuentos a la sombra de los árboles, juegos de teatro y tardes de manualidades.
Con el tiempo, la escuela se transformó en un lugar mucho más amable. Los niños aprendieron a compartir, a cuidar los espacios y a hacer que cada rincón de su patio fuera especial. Luciana ya no se sentía como una princesa atrapada, sino como una líder entre sus amigos.
Una mañana, mientras estaban todos en el jardín, Luciana se puso de pie y dijo:
"Gracias a todos, ahora este lugar es nuestro castillo, un castillo de sueños, donde podemos ser quienes queramos ser".
Y desde ese día, Luciana comprendió que a veces, el verdadero héroe está dentro nuestro, y que, cuando del corazón nace una idea hermosa, no hay castillo que no se pueda liberar.
Así, el jardín secreto no solo llenó de colores el patio, sino que también llenó de felicidad los corazones de todos, y Luciana ya no odió su escuela, porque había transformado el miedo en amor y alegría. Claro, siempre recordaría que a veces la libertad comienza con una simple idea y un grupo de amigos dispuestos a hacer magia.
Y así, cada vez que pasaban junto al jardín, lo miraban con orgullo, recordando que habían hecho posible lo que antes solo era un sueño.
Fin.
FIN.