Luciana y la Torre de los Sueños



Había una vez, en un reino lejano, una dulce princesa llamada Luciana. Cada día, desde su torre, ella miraba hacia el horizonte, deseando escapar de su escuela oscura y sucia, donde los maestros parecían ogros gritando y regañando a los niños.

"Voy a salir de aquí algún día", se decía a sí misma, mientras acariciaba su libro de cuentos.

Luciana soñaba con un lugar colorido, lleno de risas y diversión, donde pudiera aprender de manera feliz y jugar con sus amigos. En su corazón, siempre guardaba la esperanza de ser rescatada por su rey y su reina, quienes ella imaginaba la llevarían a un mundo mejor.

Un día, mientras los ogros maestros examinaban a los niños, Luciana tuvo una brillante idea. "Tal vez no hay ogros, solo personas que no han aprendido a ser amables. ¡Tengo que hacer algo!"

Con su valentía renovada, Luciana comenzó a organizar juegos y actividades con sus compañeros. "Hoy vamos a contar historias y a ser artistas, olvidemos un poco el miedo que nos enseñan".

Los otros niños, al principio asustados, empezaron a sonreír y a unirse a ella. Pronto, la sala de clase se llenó de risas y colores.

Sin embargo, los maestros ogros no estaban contentos. Un día, llamaron a Luciana. "¿Qué es esto, joven princesa? ¡No puedes cambiar las reglas de la escuela!"

Con valentía, Luciana respondió: "No estoy cambiando las reglas, solo intento hacer de este lugar un mejor hogar. ¿Por qué no podemos aprender divirtiéndonos?"

Los ogros se miraron unos a otros, confundidos. Nunca habían pensado en eso. Mientras se debatían en silencio, una ráfaga de viento sopló la puerta abierta. Luciana sintió un aire fresco y brillante, que le llenó el corazón de coraje. Entonces, un brillo dorado apareció a su alrededor.

Una hada diminuta, que parecía hecha de luz, voló hacia ella. "Luciana, tu valentía ha despertado la magia del amor y la amistad. Tienes el poder de crear tu propio mundo."

Luciana, emocionada, preguntó: "¿Pero cómo puedo hacerlo?"

La hada sonrió. "Solo usa tu imaginación y comparte tu luz con los demás. Juntos pueden transformar su escuela en un lugar hermoso".

Con la ayuda del hada, Luciana y sus amigos comenzaron a redecorar su escuela. Pintaron las paredes con colores brillantes, llenaron de plantas y dibujos el salón, y decidieron que cada día sería una celebración de la creatividad.

Poco a poco, los maestros ogros comenzaron a dejar de ser tan grises y severos. "Quizás, nos hemos olvidado de lo divertido que puede ser enseñar", murmuraron entre ellos.

Con el tiempo, el ambiente en la escuela cambió. Las risas de los niños llenaban el aire y los profesores, aunque todavía un poco ogros, empezaron a sonreír más. "Tal vez esto sea lo que la escuela necesita. Aprendamos a ser mejores juntos", dijo uno de ellos.

Eventualmente, los reyes, al enterarse del increíble cambio, visitaron la escuela. Al ver el colorido y la alegría, se llenaron de orgullo. "Luciana, has hecho algo maravilloso. No solo cambiaste tu escuela, sino que también enseñaste a todos a ser más amables!"

Publicaron un decreto para que todas las escuelas del reino aprendieran de su iniciativa. Luciana no solo había transformado su propia escuela, sino que se convirtió en la inspiración para otros.

"Gracias por creer en mí y en mis sueños", dijo Luciana a sus amigos y a la hada. Juntos, habían transformado no solo su entorno, sino también sus corazones.

Y así, Luciana vivió en su mundo colorido lleno de amigos, aprendiendo y jugando, mientras seguía soñando con aventuras nuevas.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!