Luciano y la planta de manzana
Había una vez en un pequeño pueblo al sur de Argentina, un niño llamado Luciano. Luciano era un niño curioso y aventurero al que le encantaba explorar la naturaleza. Un día, mientras paseaba por el campo con su amigo Raúl, se encontraron con una planta de manzana. Luciano, sin pensarlo dos veces, decidió comerse una de las hojas de la planta. Al instante, comenzó a sentirse extraño, su estómago le dolía y su piel se tornaba roja. Raúl, asustado, corrió en busca de ayuda.
Al llegar al pueblo, Raúl buscó a la abuela de Luciano, quien era conocida por ser una experta en remedios naturales. La abuela examinó a Luciano y le explicó que la planta de manzana era tóxica si se ingería, pero que ella conocía un antídoto. Con rapidez, preparó una poción con hierbas y se la administró a Luciano. Pasado un rato, Luciano comenzó a sentirse mejor y agradeció a su abuela y a Raúl por estar a su lado. Desde ese día, Luciano aprendió la importancia de no ingerir plantas desconocidas sin la supervisión de un adulto
A partir de entonces, Luciano y Raúl siguieron explorando la naturaleza, pero esta vez con mayor cautela y respeto. Aprendieron a identificar plantas venenosas y a valorar la sabiduría de los mayores. Juntos, vivieron muchas aventuras maravillosas, cuidando siempre de mantenerse seguros y protegidos.
Y así, Luciano descubrió que la curiosidad y la exploración son maravillosas, pero que es importante hacerlo de manera responsable y con el conocimiento adecuado.
FIN.