Lucien y el Aventura de la Familia



Era un hermoso día de primavera en la ciudad de Buenos Aires. En una pequeña casa, Lucien, un alegre bebé de un año, estaba sentado en su alfombrita de colores, rodeado de juguetes. Sus risas llenaban la casa, mientras su tía Clara y su prima Nina jugaban con él.

-Tía Clara, ¿puedo jugar con Lucien? -preguntó Nina, de cinco años, con grandes ojos curiosos.

-Claro que sí, querida. Lucien adora que le hagan compañía -respondió Clara, sonriendo.

Nina se acercó y, juntas, empezaron a apilar bloques de colores. Lucien miraba con fascinación, mientras sus pequeñas manitos intentaban alcanzar los bloques.

-¿Ves, Lucien? -dijo Nina, levantando un bloque azul- Este es un bloque azul. ¿Y este? -siguió con un bloque rojo.

-Lucien, ¿cuál es tu favorito? -preguntó Clara.

Lucien balbuceó y movió su manita hacia el bloque rojo.

-¡Genial! -exclamó Nina- Entonces, ¡vamos a hacer una torre roja!

Mientras intentaban apilar los bloques, la torre se tambaleaba y, de repente, ¡se cayó!

-¡Oh, no! -gritó Nina, pero Lucien, en vez de ponerse triste, comenzó a reírse a carcajadas.

-¡Mirá, Lucien! A veces hay que empezar de nuevo, ¡y eso está bien! -dijo Clara- Eso nos enseña a ser pacientes y creativos.

-¡Sí! -dijo Nina, otra vez entusiasmada- Podemos construir algo mejor esta vez.

Los tres decidieron comenzar de nuevo y, al poco rato, no solo habían hecho una torre, sino un castillo completo.

-Pero, ¿qué pasa si un dragón se lo lleva? -preguntó Nina, imaginativa.

-¡Oh, eso sería muy malo! -contestó Clara- Entonces, ¡tendremos que construir un muro para protegerlo!

Y así, entre risas y juegos, armaban un mundo lleno de aventuras.

De repente, escucharon un ruido proveniente del jardín. Era un grupo de mariposas que revoloteaba.

-¡Miren! -gritó Nina emocionada.

-Venimos a verlas de cerca -dijo Clara.

Los tres se arrastraron hacia el jardín, y allí, las mariposas danzaban en el aire.

-¿Por qué vuelan las mariposas? -preguntó Nina.

-Porque buscan flores donde posarse y alimentarse -respondió Clara- Todas las mariposas pasan por un proceso de transformación.

-Como nosotros con nuestros castillos -dijo Lucien, aunque no entendía del todo.

-Exactamente, Lucien -dijo Clara, asintiendo- Al igual que tú, cuando crezcas, pasarás por muchas transformaciones también.

Los tres comenzaron a imitar el vuelo de las mariposas, corriendo y saltando, llenos de alegría.

-Esto es tan divertido -dijo Nina- Las mariposas son como nosotros, ¿no? Nos ayudan a recordar que siempre podemos cambiar y aprender cosas nuevas.

-Sí, querida -respondió Clara con ternura- Y aunque a veces las cosas se caen, siempre podemos volver a intentarlo, al igual que en nuestro castillo.

El día continuó lleno de juegos, risas y lecciones sobre la vida. Lucien estaba aprendiendo que la familia, el amor y la creatividad eran fundamentales para disfrutar cada momento.

Cuando llegó la hora de la cena, los tres regresaron a la casa, satisfechos y felices.

-¿No fue un día increíble? -preguntó Clara al sentarse a la mesa.

-Sí, creo que cada día puede ser una nueva aventura -dijo Nina con una sonrisa.

Y Lucien, aunque solo podía balbucear, no dejaba de sonreír, sabiendo que el amor de su tía y su prima siempre lo haría sentir seguro.

Y así, con cada día que pasó, Lucien aprendería más sobre la vida, la familia y la magia de volver a empezar.

FIN.

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