Lucio, el bebé que iluminaba el mundo
Había una vez en un pequeño pueblo un bebé llamado Lucio. Desde antes de nacer, Lucio tenía un super poder muy especial: podía dar luz, consuelo y amor a todos los que estaban a su alrededor.
Cuando nació, su mamá y su papá vieron que su rostro brillaba con una luz especial, y supieron que su bebé traía consigo un don maravilloso. Desde muy pequeño, Lucio contagiaba alegría y simpatía a todas las personas que se acercaban a conocerlo.
"¡Qué bebé más maravilloso!" decían todos al verlo. A medida que Lucio crecía, su luz y su amor se hacían cada vez más fuertes.
Las personas que estaban tristes o preocupadas, al estar cerca de Lucio, se sentían reconfortadas y llenas de esperanza. Todos en el pueblo lo querían mucho, y él disfrutaba hacer feliz a cada persona que conocía. Un día, el pueblo se vio envuelto en una gran tristeza, ya que una terrible tormenta había causado daños y destrucción.
La gente estaba desanimada y asustada. Lucio, con su mirada llena de amor y su sonrisa radiante, decidió hacer algo al respecto. Con su super poder, caminó por todo el pueblo iluminando con su luz cálida y reconfortante cada rincón.
Pronto, la tristeza se transformó en esperanza, y la oscuridad en luz. La gente se unió y con esfuerzo y solidaridad lograron reconstruir el pueblo.
Todos se dieron cuenta de que la alegría y el amor de Lucio habían sido clave para levantarse y seguir adelante. A partir de ese día, Lucio se convirtió en el símbolo de esperanza y amor en su comunidad, y su luz continuó iluminando el corazón de todos.
Y así, el bebé que desde antes de nacer tenía el super poder de dar luz, consuelo y amor, contagió alegría y simpatía en cada rincón del pueblo, dejando una gran lección: que el amor y la alegría pueden transformar el mundo.
FIN.