Lucio y la Estrella Mágica



Era una noche despejada en un pequeño pueblo, donde las estrellas brillaban en el cielo como si fueran miles de ojos parpadeando. En una casa humilde, habitaba un niño llamado Lucio. Lucio era un chico soñador que siempre miraba las estrellas desde su ventana, imaginando aventuras y tesoros escondidos.

Una tarde, mientras jugaba en el jardín, se encontró con un objeto curioso: una pequeña piedra brillante que parecía vibrar con la luz de las estrellas. Intrigado, la llevó a su habitación y, al caer la noche, decidió hacer una especie de ritual.

- “Ojalá hoy baje una estrella mágica para que me escuche,” susurró Lucio cerrando los ojos con fuerza.

De repente, un destello iluminó su habitación. Lucio abrió los ojos y, frente a él, apareció una estrella diminuta, brillante y centelleante.

- “¡Hola, Lucio! Soy Estrellita, la estrella mágica. He escuchado tu deseo. ¿Qué es lo que anhelas? ”

Lucio, emocionado, comenzó a pensar en todas las cosas que quería. Podía pedir juguetes, dulces, o incluso un viaje a un lugar lejano. Pero luego, recordó algo:

- “Yo quiero que el pueblo tenga un parque donde todos los niños puedan jugar y hacer amigos.”

Estrellita sonrió y le dijo:

- “Un deseo muy noble, Lucio. Sin embargo, un deseo no es suficiente. Necesitarás hacer algo tú también.”

- “¿Qué puedo hacer? ” preguntó Lucio, un poco confundido.

- “Debes juntar a tus amigos, explicarles el deseo y trabajar juntos para hacerlo realidad. La magia está en la unión de los corazones.”

Lucio decidió poner en marcha su plan. Al día siguiente, convocó a todos los niños del barrio y les dijo:

- “¡Chicos! Quiero que tengamos un parque donde podamos jugar todos juntos. ¿Me ayudan? ”

Todos se mostraron emocionados y comenzaron a aportar ideas.

- “Podríamos hacer un campeonato de patineta,” sugirió Ana, mientras que Matías propuso instalar hamacas.

Lucio se dio cuenta que la magia de Estrellita no sólo era un deseo; también era la fuerza que generaba la amistad entre todos y las ganas de arreglar el lugar donde vivían. Se organizaron varias actividades: pintaron murales, recogieron basura y hasta construyeron un pequeño jardín.

Poco a poco, el lugar que antes era solo un terreno vacío comenzó a transformarse, lleno de vida y color. Sin embargo, había un día que se les complicó. Un grupo de adultos, al ver el bullicio, se acercó y dijo:

- “¿Qué están haciendo aquí? Este lugar no está permitido para jugar.”

Lucio, lleno de valentía, se acercó:

- “Estamos creando un parque. Queremos un lugar donde todos podamos jugar y ser amigos.”

Los adultos, viendo la pasión en los ojos de Lucio, recordaron su propia infancia y la alegría de jugar al aire libre.

- “Quizás podríamos ayudar,” dijo uno de ellos. Y fue así que, poco a poco, los adultos se unieron al proyecto, aportando ideas y recursos.

Después de varias semanas de trabajo en equipo, finalmente el parque fue inaugurado. Todos estaban felices; los niños jugaban, reían y hasta había un espacio para que los padres compartieran.

- “¡Lo logramos, Lucio! ” exclamó Estrellita, quien había estado observando desde lejos. En ese momento, Lucio notó su brillo en el cielo.

- “No lo hice solo, Estrellita. Fue gracias a todos mis amigos y los grandes del barrio,” respondió Lucio con una gran sonrisa.

La estrella mágica volvió a su lugar en el cielo, pero Lucio sabía que la magia no solo se encontraba en deseos, sino también en la unión, la colaboración y la amistad. Desde entonces, cada vez que miraba a las estrellas, recordaba que a veces, los deseos más hermosos son los que compartimos con los demás para hacer del mundo un lugar mejor.

Y así, Lucio aprendió que la verdadera magia reside en nuestros corazones y en la comunidad que creamos juntos.

FIN.

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