Luis y el Cohete Mágico



Luis era un joven de diez años que pasaba sus tardes soñando con las estrellas. Mapa astronómico en mano, siempre había soñado con ser astronauta. Un día, mientras exploraba el jardín de su casa, Luis encontró un viejo cohete de juguete. Sin pensarlo dos veces, lo levantó y lo examinó con curiosidad.

"¡Ojalá pudiera tener un cohete real!", suspiró Luis.

Pero, por arte de magia, el cohete comenzó a brillar y, de repente, se hizo gigante. Antes de que Luis pudiera asustarse, el cohete lo envolvió en una luz radiante y, al abrir los ojos, se encontró dentro de una nave espacial reluciente.

"¿¡Dónde estoy! ?", gritó Luis mientras miraba a su alrededor.

El panel de control estaba iluminado con botones de colores y, en la pantalla, aparecieron dibujos animados de planetas y estrellas.

"¡Bienvenido, capitán!", dijo una voz alegre. Era Robo, un simpático robot que lo acompañaría en su aventura. "Vamos a explorar el espacio y encontrar nuevos mundos donde la imaginación no tiene límites!".

Luis, emocionado, no tardó en dar la primera orden. Al presionar un botón, el cohete despegó con un estruendo y atravesó la atmósfera terrestre. En un parpadeo, estaban en medio de un paisaje cósmico deslumbrante.

"¿Podemos visitar un planeta lleno de arcoíris?", preguntó Luis emocionado.

"Por supuesto, capitán. ¡A la izquierda del agujero negro de las nubes de caramelo!", dijo Robo.

Así, llegaron al Planeta Colorido, donde todo brillaba como un arcoíris. Con cuidado, aterrizaron. Luis bajó del cohete y mientras daba sus primeros pasos, todos los colores del planeta comenzaron a rodearlo.

"¡Es increíble!", exclamó Luis, danzando entre las montañas de gelatina y ríos de limonada.

Mientras exploraban, Luis conoció a una criatura amistosa llamada Zuzu, que tenía patas de gelatina y ojos chispeantes.

"Hola, amigo! Ven a jugar con nosotros", dijo Zuzu.

Luis y Zuzu se deslizaron por las colinas de gelatina y jugaron con un grupo de criaturas que hacían música con conchas. Pero en medio de la diversión, Linda, una nena que era lideresa del grupo, se acercó preocupada.

"Nos faltan las estrellas de nuestro lago! Sin ellas, el agua se pondrá triste y perderemos nuestra alegría!"

Luis se sintió conmovido y decidió ayudar a sus nuevos amigos. "No se preocupen, ¡las traeré de vuelta!".

Le preguntó a Robo si conocían alguna pista sobre el paradero de las estrellas.

"Según mis datos, puede que estén en el planeta de los Cazadores de Luz", respondió Robo.

Partieron rápidamente hacia aquel planeta misterioso. Al llegar, pudieron ver a unos seres extraños que atrapaban luz con unas redes brillantes.

"¡Hey! ¿Por qué atrapan la luz?", preguntó Luis.

"Para iluminar nuestros hogares, pero no podemos vivir sin las estrellas. Las robamos por error", explicó uno de los Cazadores, que se llamaba Flix. "Las necesitamos, pero no queremos hacer daño".

Luis tuvo una gran idea. "¿Y si compartimos la luz? Ustedes pueden tener un poco de luz solar, pero deben devolver las estrellas al lago de nuestro planeta Colorido. Así todos seremos felices!".

Los Cazadores de Luz se miraron entre sí y decidieron aceptar la propuesta. Juntos, encontraron una forma de repoblar las estrellas en el lago, creando un hermoso espectáculo luminoso que maravilló a todas las criaturas.

"¡Gracias, Luis!", exclamó Zuzu mientras brincaba de alegría. "Sin vos, no habríamos podido volver a ser felices!".

Con el lago devuelto a la normalidad, Luis se despidió de todos sus nuevos amigos y se dirigió al cohete con Robo.

"¿Ahora qué, capitán?", preguntó Robo.

"¡Quiero conocer más planetas! Hay tanto por descubrir", respondió Luis con una gran sonrisa.

Y así, Luis y Robo siguieron su viaje por el infinito espacio, explorando galaxias, conociendo criaturas nuevas y viviendo aventuras que nunca soñaron, con la certeza de que la verdadera magia de un viaje está en aprender y ayudar a los demás.

Cada vez que regresaba a casa, Luis se daba cuenta de que la imaginación y el trabajo en equipo tenían un poder inimaginable, convirtiendo sus sueños en realidad en cualquier rincón del universo.

FIN.

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