Luis y el Misterio de su Origen
Una mañana soleada en un pequeño pueblo, Luis, un niño de diez años lleno de curiosidad, decidió que era el momento de descubrir el misterio de su origen. Desde que tenía memoria, había escuchado historias de su madre sobre un antiguo reino llamado Lumaria. Decidido a encontrar respuestas, Luis tomó su mochila, una lámpara mágica que le había dejado su abuelo, y partió en su gran aventura.
Mientras caminaba por un sendero en el bosque, de pronto se encontró con una criatura mágica, un pequeño dragón azul llamado Drako.
"¡Hola! Soy Drako. ¿A dónde vas?" - preguntó el dragón, moviendo sus alas emocionado.
"Hola, soy Luis. Estoy buscando respuestas sobre mi origen y el Reino de Lumaria" - respondió el niño con una mezcla de emoción y nerviosismo.
"¡Yo conozco Lumaria! Puedo ayudarte a encontrarlo." - exclamó Drako.
Luis y Drako comenzaron su viaje juntos. El dragón voló sobre los árboles, llevándolo a lugares mágicos que Luis nunca había imaginado. Volaron sobre ríos cristalinos, valles llenos de flores que cantaban y montañas que parecían tocar el cielo. En el camino, encontraron a un grupo de duendes que organizaban una fiesta.
"¡Luis! ¡Únete a nosotros!" - gritaron los duendes, ofreciéndole frutos brillantes.
"Gracias, pero tengo que encontrar mi origen" - contestó Luis, aunque su estómago rugió al ver las delicias.
Drako le dijo "No te preocupes, Luis. ¡Las aventuras también son parte de conocerte a ti mismo!"
Luis sonrió y decidió quedarse un rato. Aprendió a bailar con los duendes y se divirtió, pero sabía que debía seguir buscando. Así que, después de la fiesta, Drako y él continuaron su camino.
Más adelante, encontraron un puente que parecía desvanecerse en el aire, custodiado por un anciano sabio.
"¿Quiénes son ustedes?" - preguntó el anciano con una voz profunda.
"Yo soy Luis y estoy en una búsqueda de mi origen" - explicó el niño, con determinación.
"Para cruzar, necesitas responder a una adivinanza. Si fallas, no podrás seguir" - advirtió el anciano.
"Estoy listo" - respondió Luis, sintiendo un cosquilleo de desafío.
El sabio dijo: "En el aire estoy, mas no soy viento; en el agua estoy, mas no soy frío. ¿Qué soy?"
Luis pensó durante un momento. Luego recordó algo que su madre solía decir, "En el agua, lo más ligero que flota es el aire". Con una sonrisa, respondió:
"¡Eres un pez!"
El anciano sonrió y, por primera vez, dejó ver una luz cálida.
"Correcto. Pueden cruzar el puente" - dijo, señalando hacia el otro lado.
Luis y Drako cruceron el puente, sintiendo cómo la energía vibrante del reino se acercaba cada vez más. Tras un largo camino, llegaron a la puerta del bosque encantado que conducía a Lumaria.
"Este es el momento, Luis" - dijo Drako. "Estás muy cerca de aprender sobre tu origen".
Al cruzar la puerta, Luis sintió un escalofrío de emoción. En el medio del bosque, ante él, se encontraba un hermoso castillo de cristal, brillando con todos los colores del arcoíris. Con pasos firmes, se acercaron y, al entrar, conocieron a la Reina Elara, una mujer de cabello plateado y ojos que relucían como estrellas.
"Luis, he estado esperándote. Eres parte de Lumaria, el hijo de un antiguo guardián de este reino" - explicó la reina, mientras el niño la miraba sorprendido.
"¡Pero no entiendo! ¡Siempre he vivido en otro lugar!" - exclamó Luis, nervioso.
"A veces, la verdadera familia no se encuentra solo con la sangre. Tu valentía y tu deseo de conocer son lo que te han traído aquí. Este reino siempre ha estado en tu corazón" - dijo la reina, sonriendo.
Luis se sintió aliviado y feliz. Ya no buscaba respuestas afuera, sino que había encontrado su verdadero origen dentro de él mismo. Al aprender sobre su valentía y curiosidad, se dio cuenta de que su hogar siempre estaría donde sus sueños lo llevaran.
"Gracias, Reina Elara. Prometo volver y proteger Lumaria. ¡Esta es la mejor aventura de todas!" - dijo Luis, lleno de energía.
Drako y él regresaron al pueblo, con el corazón lleno de historias. Luis nunca olvidaría su viaje y su descubrimiento. Ya no solo era un niño curioso, sino que también era un pequeño guardián de la magia que siempre había estado con él.
La historia de Luis se esparció entre los niños del pueblo, inspirándolos a también buscar sus propios orígenes y a nunca dejar de soñar. Y siempre recordarán que, a veces, la aventura más grande y mágica es descubrirse a uno mismo.
FIN.