Lukas y el Poder de Ser Uno Mismo



Había una vez un niño llamado Lukas que vivía en un pequeño pueblo lleno de color y alegría. Lukas era curioso, creativo y muy especial, pero había algo que le molestaba: en la escuela, a veces sus compañeros no comprendían su forma de ser. Siempre le gustaba dibujar cosas raras y contar historias inusuales, pero esto le valía algunas risas y comentarios que lo hacían sentir diferente.

Un día, mientras se preparaba para ir a la escuela, su madre se dio cuenta de que estaba más triste de lo habitual.

"¿Qué te pasa, Lukas?" - le preguntó con cariño.

"No quiero ir a la escuela, mamá. No me quieren como soy." - respondió él, mirando al suelo.

Su madre le acarició el cabello y le dijo:

"No siempre entenderán tu forma de ser, pero eso no debería hacerte sentir menos. Ser diferente es una gran fortaleza. ¿Te gustaría contarme qué pasó hoy en la escuela?"

"Es que... en la clase de arte hice un dibujo de un monstruo de tres ojos y todos se rieron. Dicen que es raro y que debería dibujar cosas normales." - dijo Lukas, con un susurro lleno de tristeza.

La madre de Lukas sonrió y le contestó:

"Quizás ellos no ven la belleza en lo diferente. La imaginación puede llevarnos a lugares maravillosos. ¿Qué te parece si hicimos un taller de arte en casa este fin de semana? Podrías invitar a tus amigos."

Lukas se iluminó un poco con la idea.

"¿De verdad, mamá?" - preguntó con asombro.

"¡Por supuesto! Juntos vamos a crear algo increíble. Y quizás los ayudes a ver el mundo de un modo nuevo."

Durante la semana, Lukas habló con algunos de sus compañeros sobre el taller, y aunque algunos se mostraron escépticos, otros se entusiasmaron con la idea. Finalmente, el día del taller llegó y Lukas estaba nervioso. No sabía si su idea funcionaría.

Cuando sus amigos llegaron, rápidamente se dieron cuenta de que los materiales eran muy divertidos. Lukas había preparado lápices de colores, acuarelas, papel de todos los colores y hasta algunos disfraces para inspirar la creatividad.

"Aquí, ¡designemos a nuestros monstruos!" - exclamó Lukas, mientras servía materiales.

Los niños comenzaron a trabajar en sus dibujos. Al principio, algunos se reían entre ellos y hacía comentarios sobre los monstruos que hacían, pero pronto la energía cambió.

"¡Mirá el mío! Es un monstruo que hace arcoíris cuando se ríe!" - dijo una de las chicas, mostrando su obra.

"El mío es un amigo que vuela y recoge estrellas para hacer joyas!" - dijo otro, emocionado.

"¡Eso es increíble!" - respondió Lukas, sintiéndose feliz por ver cómo todos comenzaban a disfrutar de la creatividad.

Mientras todos se reían y compartían sus creaciones, una niña que había sido parte de las risas en la escuela se acercó a Lukas.

"Lukas, me gusta tu dibujo de antes, el del monstruo de tres ojos. ¿Puedo intentar dibujarlo también?" - preguntó, con sinceridad.

"Claro, ¡me encantaría ver lo que haces!" - le respondió él, sorprendido pero contento.

A medida que el taller avanzaba, todos se dieron cuenta de que, al abrir su mente y ser creativos, podían hacer cosas maravillosas juntos. Esa tarde, cuando los niños se fueron, Lukas se sintió más feliz que nunca.

Días después, cuando volvió a la escuela, algo había cambiado. Algunos de sus compañeros lo miraban de forma diferente.

"Lukas, tu taller fue muy divertido. Nunca había dibujado tanto. Ahora veo que ser diferente es genial. ¿Podés ayudarme con mi próximo dibujo?" - dijo un chico, sonriendo.

"Por supuesto. ¡Hagamos monstruos juntos!" - respondió Lukas, sintiéndose aceptado.

Y así, Lukas aprendió que ser uno mismo es lo más importante y que, a veces, la creatividad puede unir a las personas. Desde entonces, ya no temía ser diferente, sino que lo abrazaba. Su pasión por el arte lo llevó a crear amistades verdaderas y a mostrarles al mundo que ser especial tiene su magia. Y colorin colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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