Lukas y la mamá zorra


En un pequeño pueblo rodeado de bosques y montañas, vivía un niño llamado Lukas. Desde muy pequeño, Lukas mostraba un amor especial por los animales.

Pasaba horas observando a las aves en el cielo, jugaba con los gatos callejeros y se emocionaba cada vez que veía a un perro wagging su cola. Un día, mientras caminaba por el bosque cercano a su casa, Lukas escuchó un llanto desgarrador.

Siguiendo el sonido, descubrió a una mamá zorra atrapada en una red de caza furtiva. Sin dudarlo, Lukas se acercó lentamente y con mucho cuidado liberó a la zorra de la trampa. La mamá zorra, agradecida y aliviada, le dijo: "Gracias por salvarme, noble niño.

Como muestra de mi gratitud, te concedo tres deseos". Lukas no lo podía creer y pensó detenidamente en qué pedir. "Mi primer deseo es que todas las trampas sean eliminadas del bosque para proteger a los animales", dijo decidido Lukas.

La mamá zorra asintió y con un chasquido de sus garras, todas las trampas desaparecieron misteriosamente del bosque. "¿Cuál es tu segundo deseo?", preguntó la mamá zorra curiosa.

Lukas sonrió y respondió: "Quisiera que todos los animales del bosque vivan en paz y armonía". Nuevamente la mamá zorra hizo magia con sus poderes y desde ese momento todos los animales convivían pacíficamente sin peleas ni conflictos.

"Y ahora, ¿cuál será tu último deseo?", preguntó la mamá zorra antes de partir. Lukas reflexionó unos instantes y finalmente dijo: "Deseo ser el guardián del bosque para proteger a todos los animales que aquí habitan".

La mamá zorra sonrió orgullosa ante la nobleza de Lukas y lo nombró oficialmente como el protector del bosque. Desde ese día, Lukás se convirtió en el héroe de los animales. Todos en el pueblo lo admiraban por su valentía y bondad hacia las criaturas del bosque.

Cada mañana salía temprano para revisar que todo estuviera en orden y ayudar a cualquier animalito que lo necesitara. El pueblo entero celebraba la presencia de Lukás como guardián del bosque e incluso organizaron una fiesta en su honor.

Pero para él no había mayor recompensa que ver felices a los animales gracias a su dedicación y amor incondicional hacia ellos.

Y así fue como Lukás se convirtió en una leyenda viva dentro del pueblo y más allá; un verdadero héroe de los animales cuyo corazón era tan grande como su valentía.

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