Lukas y la Patita Valiente
Había una vez un patito llamado Lukas, que vivía en un hermoso lago azul. Lukas era un patito curioso y aventurero, siempre listo para explorar y jugar con sus amigos. Un día soleado, mientras nadaba felizmente, vio a una patita llorando en la orilla.
"¿Por qué lloras?" - preguntó Lukas, acercándose a ella.
"No sé nadar y tengo miedo de intentar" - respondió la patita, limpiándose las lágrimas con su pequeño ala.
Lukas sintió empatía por la pequeña patita y decidió ayudarla.
"No te preocupes, yo te enseñaré" - dijo con una sonrisa. "Se llama Mia, y aprenderás a nadar en un abrir y cerrar de ojos."
Mia miró a Lukas con duda.
"Pero... ¿y si me hundoo?" - preguntó un poco asustada.
"Todos los patitos aprenden a nadar, yo te prometo que estaré a tu lado todo el tiempo" - la animó Lukas.
Así que, juntos, se adentraron en el agua. Lukas le enseñó a mover sus patas por debajo del agua y a no tener miedo. Cada vez que Mia dudaba, él la alentaba.
"¡Mirá! Ya te estás moviendo solita" - dijo Lukas emocionado cuando vio que Mia empezaba a flotar.
Pasaron los días y poco a poco, Mia fue adquiriendo confianza. Un día, mientras jugaban, Lukas notó algo extraño.
"¿Ves esa sombra grande debajo del agua?" - preguntó Lukas, señalando con su ala.
"Sí, ¿qué será?" - Mia se quedó mirando, temerosa.
"Vamos a averiguarlo, tal vez no sea peligroso" - sugirió Lukas. Aunque un poco asustados, se acercaron a investigar.
"No tengas miedo, nada conmigo" - dijo Lukas.
Cuando se acercaron más, ¡sorpresa! Era una tortuga muy amigable llamada Tula.
"Hola, pequeños patitos. No se asusten, soy Tula. Estoy buscando mi caparazón que se ha hundido" - dijo la tortuga, sonriendo.
"¿Necesitas ayuda?" - preguntó Mia, ya sintiéndose más valiente.
"Sí, por favor. Si me ayudan a encontrarlo, les enseñaré a bucear" - propuso Tula.
Lukas ya no dudó.
"¡Vamos, Mia! ¡Podemos hacer esto juntos!" - exclamó entusiasmado.
Los tres nadadores se sumergieron en el lago azul, Lukas, Mia y Tula. Empezaron a buscar el caparazón en el fondo. Mientras buscaban, Mia recordó las lecciones que había aprendido de Lukas. Se sumergió un poco más y... ¡lo encontró!"¡Lo tengo!" - gritó feliz.
Tula se iluminó de alegría.
"¡Gracias! Ustedes son muy valientes" - dijo la tortuga mientras tomaba su caparazón.
"Ahora les enseñaré a bucear, es muy divertido" - agregó.
Esa tarde, Mia y Lukas se divirtieron un montón buceando con su nueva amiga Tula, explorando los secretos del lago azul. Aprendieron sobre los peces que allí nadaban y descubrieron un hermoso arrecife de plantas acuáticas.
Desde aquel día, Lukas y Mia no solo se volvieron mejores amigos, sino que también aprendieron que enfrentarse a los miedos puede llevarte a increíbles aventuras. Cada día se volvían más atrevidos y felices, enseñando a otros patitos a nadar también.
"¡Gracias, Lukas!" - decía Mia a su amigo. "Hoy fue el mejor día de mi vida."
"Y todavía hay más aventuras por vivir, amiga" - respondió Lukas, con una sonrisa brillante.
FIN.