Luli y Mimi, amigos de señas



Había una vez un monstruito llamado Luli, que vivía en el bosque encantado. Luli era de color azul y tenía grandes ojos amarillos, pero lo más especial de él era que era sordo.

A pesar de ser muy amigable y simpático, se sentía triste porque no podía comunicarse con los demás. Un día, mientras caminaba por el bosque, Luli vio a una pequeña hadita llamada Mimi. Mimi también tenía unos hermosos ojos brillantes y unas alas coloridas.

Luli se acercó a ella con curiosidad y le hizo señas para saludarla. —"Hola" , dijo Luli con sus manos. Mimi quedó sorprendida al ver que Luli sabía hacer señas.

Ella también conocía la lengua de señas y estaba emocionada de poder comunicarse con él. "¡Hola! Mi nombre es Mimi", respondió ella en lenguaje de señas. Luli sonrió emocionado al darse cuenta de que había encontrado a alguien que entendiera su forma única de comunicación.

Juntos comenzaron a conversar usando las manos y pronto se hicieron amigos inseparables. Mimi decidió ayudar a Luli enseñándole más palabras en lenguaje de señas para que pudiera comunicarse mejor con otros seres del bosque.

También propuso algo muy especial: enseñarle la lengua de señas a su familia monstruosa para que todos pudieran entenderse. Luli aceptó entusiasmado la idea y juntos fueron casa por casa visitando a los monstruos del bosque para enseñarles esta nueva forma de comunicación tan maravillosa.

El primer monstruo al que visitaron fue a la abuela de Luli, una monstrua de color rosa con un solo ojo. Al principio, la abuela estaba confundida y no entendía lo que Mimi y Luli estaban haciendo.

Pero poco a poco, Mimi fue explicándole cómo funcionaba el lenguaje de señas. "¡Hola, abuela! Ahora podemos hablar sin palabras", dijo Luli emocionado. La abuela sonrió y comenzó a hacer algunas señas tímidamente.

Pronto, todos en la familia se sumaron y empezaron a aprender juntos. A medida que pasaban los días, más monstruos del bosque aprendían el lenguaje de señas gracias al esfuerzo de Luli y Mimi. Todos estaban emocionados por poder comunicarse con Luli y entenderlo mejor.

Un día, mientras paseaban por el bosque, escucharon un ruido extraño proveniente del lago encantado. Corrieron hacia allí para ver qué estaba ocurriendo y descubrieron que una familia de patitos estaba atrapada entre los juncos.

Luli rápidamente hizo señas para pedir ayuda a los demás monstruos del bosque. Todos se unieron para rescatar a los patitos utilizando su nuevo conocimiento del lenguaje de señas para coordinarse mejor.

Después del rescate exitoso, los patitos les dieron las gracias moviendo sus alas en forma de aplauso. Era evidente que también habían aprendido algo sobre el lenguaje de señas durante su tiempo atrapados. Desde aquel día, el bosque encantado se llenó de alegría y amistad gracias al esfuerzo conjunto de Luli y Mimi.

Los monstruos y criaturas del bosque aprendieron a comunicarse de una manera especial, sin necesidad de palabras.

Y así, Luli encontró su voz en el lenguaje de señas y descubrió que no importa cómo nos comuniquemos, lo importante es entender y ser comprendidos por los demás.

FIN.

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