Lulu bajo el mar



Una vez, en un lugar mágico llamado el Rincón del Arrecife, vivía una pequeña tortuga llamada Lulu. Lulu era curiosa y soñadora, siempre miraba hacia el océano con ganas de explorarlo y conocer todos sus secretos. Cada día, nadaba un poco más lejos de su hogar, hasta que un día, decidió aventurarse más allá de lo que le era familiar.

Mientras nadaba entre coloridos corales y juguetonas algas, Lulu se encontró con un cangrejo llamado Cangri. Era un cangrejo de color rojo brillante y tenía unas pinzas muy grandes. Cangri estaba tratando de despegar una concha muy bonita que se había quedado atascada.

"¡Hola! ¿Necesitás ayuda, cangrejo?" - preguntó Lulu con entusiasmo.

"Hola, tortuguita. Sí, esta concha me está volviendo loco. Me gusta mucho, pero no puedo sacarla de aquí" - respondió Cangri, frunciendo el ceño.

Lulu pensó en cómo podía ayudar. "Tal vez podríamos usar tus pinzas y mi fuerza. ¡Contemos hasta tres y tiremos juntos!" Cangri asintió, y los dos contaron.

"Uno... dos... ¡tres!" - gritaron y, con un fuerte tirón, lograron liberar la concha.

Cangri estaba tan feliz que decidió darle una vuelta a Lulu alrededor de su hogar.

"¡Gracias, Lulu! Ahora tengo una gran amiga que puede ayudarme. Pero, ¿dónde vamos ahora?" - dijo Cangri emocionado.

"Yo quiero conocer al delfín, ¡dicen que son súper juguetones y saben muchas cosas!" - expresó Lulu.

Cangri, siempre dispuesto a ayudar a su nueva amiga, guió a Lulu hacia una zona más profunda del arrecife, donde había un hermoso delfín llamado Dali. Dali estaba brincando y riendo en la superficie.

Al ver a Lulu y Cangri, Dali nadó curioso hacia ellos.

"¡Hola, amigos! ¿Qué los trae por aquí?" - preguntó Dali, haciéndose un giro en el agua.

"¡Hola, Dali! Quisiera aprender a brincar como vos!" - dijo Lulu con gran ilusión.

"Brincar es muy divertido, pero requiere práctica y mucha dedicación. ¿Quieren intentarlo juntos?" - propuso Dali.

Así que los tres comenzaron a practicar la técnica del brincoteo. Mientras Lulu y Cangri intentaban saltar como Dali, se dieron cuenta de que no era tan fácil como parecía. Lulu se caía y Cangri se resbalaba, pero nunca se dieron por vencidos.

Después de un rato, los tres se sentaron en una roca para descansar.

"A veces siento que nunca podré aprender a hacerlo bien" - dijo Lulu, con nostalgia en su voz.

"No te desanimes, Lulu. La clave es seguir intentando, y no tener miedo a caer. Cada intento cuenta como un pequeño paso hacia adelante" - dijo Dali con un brillo en los ojos.

Eso le dio a Lulu el valor que necesitaba. Con cada intento, comenzó a disfrutar de la experiencia más que de la meta. Junto con Cangri, se reían de sus caídas y celebraban sus pequeños logros.

El día continuó lleno de risas y juegos, hasta que el sol comenzó a ocultarse bajo el horizonte. Lulu, Cangri y Dali se despidieron, prometiendo volver a verse.

"Recordá, Lulu: nunca se trata de cuán bien lo hagas, sino de disfrutar el viaje" - fue el último consejo de Dali mientras se despedía.

Lulu regresó a casa llena de recuerdos y lecciones. Había aprendido que cada caída era una oportunidad para levantarse y seguir aprendiendo. Y así, cada día, se sumergía un poco más en el océano, lista para nuevas aventuras y el enorme mundo que la rodeaba.

FIN.

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