Lulu y el Jardín de los Colores



Había una vez en un pequeño pueblo de Brasil, una niña llamada Lulu. Lulu era muy especial, pero a veces se sentía un poco diferente. A menudo prefería quedársela en casa, rodeada de sus libros de cuentos y juguetes. El mundo exterior podía ser un lugar ruidoso y desordenado, y eso la hacía sentir nerviosa.

Un día, mientras estaba explorando un libro en su habitación, se encontró con una historia sobre un jardín mágico.

- “¡Guau! Este jardín está lleno de colores y flores que hablan”, dijo Lulu emocionada.

Decidió que quería encontrar ese jardín, pero la idea de salir de casa le hizo dudar.

- “¿Y si no encuentro el camino? ¿Y si me pierdo? ”, se lamentó.

Pero había algo en la historia que la atraía, así que, armándose de valor, decidió salir.

Cuando cruzó la puerta y dio su primer paso hacia el exterior, todo parecía diferente. Los árboles parecían cantar y el viento acariciaba su rostro. Lulu sintió una pequeña chispa de valentía.

Al caminar por el sendero, se encontró con un grupo de niños jugando a la pelota. Eran un poco ruidosos y, aunque le hubiera gustado unirse a ellos, rapidamente se sintió incómoda.

- “Hola, ¿no querés jugar con nosotros? ”, le preguntó un niño llamado Matías con una sonrisa.

Lulu titubeó.

- “No, gracias. Estoy buscando un jardín”.

- “¿Un jardín? ¡Yo conozco uno! Pero no es fácil llegar”, dijo Matías entusiasmado.

Lulu sintió que su corazón latía con fuerza, pero decidió seguir adelante.

- “Quizás si me mostras el camino, podría intentarlo”, contestó, sintiendo que se abría una pequeña puerta a la aventura.

Matías y sus amigos se ofrecieron a acompañarla. Juntos comenzaron a caminar.

A medida que se adentraban por el bosque, se encontraron con un camino lleno de flores.

- “¡Mirá esas plantas! ¡Son colores que nunca había visto! ”, gritó una de las niñas, llamada Sofía.

Lulu sonrió. Las flores brillaban como si estuvieran hechas de luces. Sin embargo, de repente, se escuchó un fuerte ruido que asustó a todos.

- “¿Qué fue eso? ”, preguntó Lulu, retrocediendo un poco.

- “Es solo un pájaro”, explicó Matías.

Con un suspiro de alivio, continuaron adelante. Cada paso que daba Lulu la hacía sentir un poco más fuerte. A medida que avanzaban, se dieron cuenta de que el lugar se iba volviendo cada vez más encantador.

Finalmente, llegaron a un enorme arco iris que iluminaba la entrada a un jardín magnífico.

- “¡Lo conseguimos! ¡Este es el Jardín de los Colores! ”, exclamó Sofía.

Las flores comenzaron a hablar.

- “¡Hola, Lulu! ¡Gracias por venir a visitarnos! ”, le dijeron con voces suaves.

Lulu estaba asombrada.

- “¿Cómo es posible que hablen? ”, preguntó con los ojos muy abiertos.

- “Porque los colores solo cobran vida en la amistad”, respondió otra flor.

Lulu entendió que la magia del jardín no solo provenía de sus colores, sino también de la compañía de sus nuevos amigos. Mañana, se prometió a sí misma, regresaría al jardín, esta vez sin miedo.

De regreso a casa, Lulu se sintió diferente. Había salido y había vivido una aventura que nunca hubiera imaginado posible.

Al día siguiente, se despertó pensando en el jardín y en sus amigos.

- “Hoy jugaré con ellos”, decidió.

Y así fue que Lulu empezó a salir más y a hacer nuevos amigos. El jardín de los colores nunca le falló en recordarle la importancia de abrir su corazón, compartir momentos y disfrutar de la vida.

Desde entonces, Lulu no solo sobrepasó su miedo, sino que también se convirtió en una gran exploradora, y cada día encontraba algo nuevo y maravilloso en el mundo que la rodeaba.

FIN.

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