Luna en el Bosque Mágico
Había una vez una niña llamada Luna, que tenía una curiosidad infinita por todo lo que la rodeaba. Luna vivía en un pequeño pueblo rodeado de altas montañas y amplias praderas, pero su lugar favorito era el bosque que estaba cerca de su hogar. Las tardes de primavera, cuando el sol brillaba radiante, le daba rienda suelta a su imaginación y soñaba con tener aventuras con los animales del bosque.
Un día, mientras estaba sentada bajo un gran árbol, cerró los ojos y se imaginó que estaba en un bosque mágico. De repente, sintió un suave viento que acariciaba su rostro, y cuando abrió los ojos, se encontró rodeada de enormes árboles, flores de colores brillantes y una melodía de cantos de pájaros.
Luna, llena de asombro, dijo en voz alta: "¡Guau, esto es increíble! Estoy en un verdadero bosque mágico!"
Mientras exploraba, se topó con un pequeño conejo blanco que la miraba curioso. "Hola, ¿quién sos?" preguntó Luna.
"Soy Tico, el conejo. Aquí todos los animales somos amigos y cuidamos unos de otros. ¿Querés jugar con nosotros?"- respondió el conejo, saltando alegremente.
Luna, emocionada, asintió y siguió a Tico. Pronto llegaron a un claro donde ya estaban reunidos otros animales: un pájaro azul que cantaba dulces melodías, un ciervo elegante que pastaba tranquilo y una ardilla que recogía nueces. "¿Querés que te mostremos nuestro lugar favorito?"- preguntó el pájaro, con su canto melodioso.
"¡Sí! ¡Por favor!"- exclamó Luna.
Los animales la llevaron a una hermosa cascada. El agua caía en un pequeño lago lleno de peces de colores brillantes que nadaban felizmente. "Mirá, el agua es cristalina. ¡Podés ver a los peces!"- dijo el ciervo mientras Luna se acercaba al borde.
Luna sintió una gran alegría al ver la belleza del lugar. "¡Es tan hermoso! ¿Cómo cuidan de este bosque?"- les preguntó, su curiosidad despertando aún más.
La ardilla, que se había acometido a su lado, respondió: "Nosotros somos responsables de cuidar nuestro hogar. Plantamos árboles, cuidamos el agua y siempre ayudamos a aquellos que lo necesitan."
Luna se sintió inspirada por la sabiduría de sus nuevos amigos. "Yo quiero ayudar también. ¿Qué puedo hacer para ayudar al bosque de mi pueblo?"- preguntó, ansiosa por poner en práctica lo que había aprendido.
"Puedes empezar por educar a tus amigos y familia sobre la importancia de cuidar la naturaleza. Protejan los árboles, no dejen basura y siempre cuiden el agua. ¡Cada pequeño acción cuenta!"- aconsejó el pájaro azul.
Luna asintió, comprendiendo que incluso una niña como ella podía hacer la diferencia. "Voy a contarles a todos sobre lo que he aprendido aquí. Prometo hacer mi parte. ¡Gracias!"- dijo Luna, emocionada.
Con una sonrisa en el rostro, miró por última vez a sus amigos animales y a la cascada brillante. Justo en ese momento, sintió que un suave viento la envolvía nuevamente. Cuando abrió los ojos, se encontraba de vuelta bajo el mismo árbol en su pueblo.
A partir de ese día, Luna se convirtió en la defensora de la naturaleza en su comunidad. Habló con sus compañeros de clase, organizó días de limpieza en el parque y comenzó su propio pequeño jardín en su casa. Sus amigos la siguieron, y poco a poco, el pueblo se unió para cuidar del bosque que siempre había estado tan cerca de ellos.
Y así, Luna aprendió que con un poco de curiosidad y valentía, se pueden hacer grandes cambios. Y todo comenzó con una simple imaginación de un viaje al bosque mágico.
FIN.