Luna, la gata negra del aula



En una pequeña escuela del barrio, había una gata negra llamada Luna. Luna no era una gata común, era la mascota del grupo de sexto grado y todos la adoraban. Cada mañana, cuando los chicos llegaban, ella esperaba en la puerta del aula, moviendo su cola con entusiasmo.

Un día, durante el recreo, María, una de las alumnas más curiosas, exclamó:

"¡Che, chicos! ¿No deberíamos enseñarle a Luna algunos trucos? Sería genial tener una gata que haga cosas increíbles en la clase."

Julio, su mejor amigo, respondió:

"Pero Luna nunca ha aprendido nada. Es solo una gata."

"No digas eso. Podría sorprendernos si le damos una oportunidad. ¡Vamos a intentarlo!" insistió María con una sonrisa.

Los chicos se entusiasmaron y decidieron dedicar parte de su tiempo a entrenar a Luna. Empezaron con cosas simples, como sentarse y dar la pata. Con paciencia y mucho cariño, poco a poco, la gata comenzó a entender. Para su sorpresa, Luna aprendió rápidamente y hasta empezó a hacer algunos saltos.

Un día, mientras practicaban, Luna se desvió un poco y se metió en el aula de la maestra Carla. Todos miraron con asombro cuando Luna saltó sobre el escritorio, derribando algunos libros por el aire.

"¡Ups! Todo esto es culpa nuestra!", rió Ana, otra compañera.

La maestra Carla, que había estado observando desde la puerta, entró con una sonrisa y dijo:

"No se preocupen, Luna solo quiere jugar. Pero quizás podríamos hacer de esto un pequeño espectáculo. ¿Qué les parece si hacemos un show de talentos con Luna como estrella?"

Cada uno de los chicos se lanzó a la idea. Estaban emocionadísimos y comenzaron a organizar el evento. Todos los días después de clase practicarían con Luna, y también prepararían carteles para invitar a otras clases y a las familias.

Pasaron los días y la fecha del espectáculo se acercaba. Sin embargo, María notó que Luna parecía un poco diferente. No estaba tan entusiasta como antes y a veces se quedaba dormida en su rincón. Preocupada, le comentó a Julio:

"¿Te parece que Luna está bien? No ha estado saltando y jugando como siempre."

"Capaz que se siente cansada. Después de todo, hemos estado practicando mucho. ¿Qué hacemos?" respondió Julio preocupado.

María tuvo una idea:

"Podríamos darle un día libre para que descanse y se relaje, así vuelve con energía."

Los chicos estuvieron de acuerdo y decidieron que ese sábado, mientras todos se iban a casa, Luna disfrutaría de un día para ella sola, llena de mimos y descanso. Al día siguiente, después de mucho amor y atención, Luna estaba lista para el gran espectáculo.

El día del show llegó, y el aula se llenó de risas y aplausos. Luna, brillante como siempre, demostró todo lo que había aprendido. Saltaba, daba la pata y hacía trucos increíbles. Todos estaban fascinados.

Al final, María tomó el micrófono y dijo:

"¡Gracias a todos por venir! Este espectáculo no solo es para mostrar a Luna, sino también para recordarles lo importante que es darle amor a nuestros amigos, ya sean humanos o animales. Cada uno merece descanso y cariño."

Los padres aplaudieron y muchos entendieron la importancia de cuidar y prestar atención a las necesidades de sus mascotas. Desde ese día en adelante, Luna no solo fue la gata negra del aula, sino también un símbolo de amor, amistad y responsable cuidado.

Y así, en cada clase, los niños siempre recordaron no solo a Luna, sino también cómo juntos podían aprender y crecer con amor y respeto, convirtiendo cada día en una nueva aventura.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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