Luna, la Gatita Valiente



En una pequeña y colorida ciudad, donde los días eran soleados y las noches, llenas de estrellas, vivía Luna, una gatita de pelaje blanco y ojos brillantes. A Luna le encantaba jugar con sus amigos en el parque, correr tras las mariposas y hacerse amiga de todos los ratoncitos del vecindario. Sin embargo, había algo que la aterraba: una malvada bruja que, según los rumores, quería robarla para hacerla su mascota.

Una tarde, mientras jugaba cerca de un gran árbol, Luna escuchó una voz curiosa detrás de ella.

"¿Qué te ocurre, Luna? Pareces muy asustada."

Era Joss, un gato negro con grandes ojos amarillos y un aire misterioso que la hizo sentir un poco más tranquila.

"Oh, Joss, ¿no has oído? La bruja quiere robarme. Todos en el vecindario dicen que se lleva a los gatos bonitos y yo... yo no quiero ir con ella."

"No te preocupes, Luna. No dejaré que eso suceda. Vamos a pensar en un plan."

Desde ese día, Joss y Luna se hicieron inseparables. Joss era astuto y siempre tenía ideas geniales. Un día, mientras jugaban en la cima de una colina, Joss sugirió un juego.

"Luna, hoy vamos a hacer un escondite mágico. Así la bruja no podrá encontrarte. Cuando lleguemos al parque, me seguirás y tú te esconderás detrás de la gran roca. ¡Te prometo que estaré muy cerca!"

Luna, emocionada ante la posibilidad de jugar y no pensar en la bruja, aceptó. Una vez en el parque, Joss le hizo una señal y Luna corrió hacia la roca. Mientras estaba escondida, pudo escuchar la voz de Joss llamándola suavemente.

"¡Luna, todo está bien! Ya no tienes que tener miedo. Recuerda, soy tu amigo y siempre estaré aquí para protegerte."

Pasó el tiempo y la bruja se convirtió en un recuerdo lejano. Luna empezó a disfrutar más de sus días, jugando y corriendo, y siempre con Joss a su lado. Pero un día, algo extraño sucedió. La bruja apareció en el parque. Su vestimenta estaba llena de colores oscuros y su mirada era intensa.

"¡Mira quién ha venido! La pequeña Luna, tan bonita y divertida. ¡Ven aquí, pequeña!"

Luna sintió un escalofrío recorrer su espalda. Pero cuando miró a Joss, se dio cuenta de que no estaba sola. Él se acercó a ella y con firmeza le habló.

"No te asustes, Luna. ¡Juntos somos más fuertes! No le temas a la bruja, sólo necesitamos ser ingeniosos."

Luna respiró hondo y, por primera vez, sintió que la valentía empezaba a florecer en su interior. Entonces, recordó lo que Joss le había enseñado en sus juegos: los trucos de magia que había inventado, como cuando se hacían pasar por sombras o hacían sonidos divertidos.

"¡Hey, bruja! ¿Sabías que podemos hacer magia también? ¡Mira lo que sabemos hacer!" - gritó Luna mientras daba vueltas rápidas, imitando a una bailarina.

Joss, al ver que Luna se mostraba valiente, también se unió al juego y empezó a hacer piruetas y acrobacias.

La bruja, despistada y confundida, comenzó a reír, pero no de forma maliciosa.

"¿Qué es esto? Nunca había visto gatos tan raros y divertidos antes."

Aprovechando la sorpresa de la bruja, Joss dijo:

"¡Esta es nuestra magia! Y si quieres unirte a nosotros, debes prometer que no volverás a asustar a Luna."

La bruja, entre risas, asintió lentamente. Luna se dio cuenta de que incluso la bruja no podía resistirse a la diversión y a la amistad.

"Está bien, prometo no asustar más, pero sólo si me invitan a jugar de vez en cuando."

Así, lo que comenzó como un miedo se transformó en una nueva amistad. Luna ya no temía a la bruja, y Joss se convirtió en su protector y amigo fiel. Pronto, la bruja se unió a sus juegos cada vez que podía, trayendo risas y alegrías al parque.

Desde entonces, Luna aprendió que el valor no siempre significa no tener miedo, sino enfrentar lo que nos asusta junto a nuestros amigos. Y así, Luna, Joss y la ahora amiga bruja celebraron su amistad y la alegría de jugar juntos en su pequeño mundo lleno de magia y risas.

FIN.

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