Luna, la guardiana del bosque
Había una vez, en un hermoso bosque encantado, una madre del bosque muy especial.
Esta madre del bosque tenía el poder de volar y bailar entre las ramas de los árboles más altos para proteger a todos los seres que habitaban en aquel lugar mágico. La madre del bosque se llamaba Luna, y cada noche se subía al árbol más alto para asegurarse de que todo estuviera bien.
Desde lo alto, Luna podía observar cada rincón del bosque y detectar cualquier problema o peligro que pudiera surgir. Un día, mientras Luna volaba por el cielo estrellado, vio algo extraño en el corazón del bosque.
Se acercó rápidamente y descubrió que un grupo de leñadores estaba talando indiscriminadamente los árboles. ¡Esto era terrible! Los animales no tendrían donde vivir ni comida para comer. Luna descendió rápidamente y se plantó frente a los leñadores con determinación.
-¡Alto ahí! ¿No ven lo que están haciendo? Están destruyendo nuestro hogar -exclamó Luna con voz firme pero amable. Los leñadores quedaron sorprendidos al ver a la madre del bosque frente a ellos. Nunca antes habían visto algo tan hermoso y poderoso como ella.
Sin embargo, uno de ellos respondió con indiferencia: -¿Y qué nos importa? Solo queremos hacer nuestro trabajo. Pero Luna no iba a rendirse tan fácilmente. Con su magia natural, hizo crecer un árbol gigante justo en frente de los leñadores bloqueando su camino.
-Si quieren pasar, tendrán que pasar por mí -dijo Luna decidida. Los leñadores se quedaron sin palabras. Nunca habían visto algo tan asombroso como un árbol crecer en cuestión de segundos.
Comprendieron que la madre del bosque era mucho más poderosa de lo que imaginaban y decidieron dejar su trabajo destructivo. Desde aquel día, los leñadores aprendieron a respetar el bosque y a cuidarlo como Luna les había enseñado.
Los animales volvieron a tener sus hogares seguros y la madre del bosque siguió vigilando desde lo alto para asegurarse de que todo estuviera bien. Pero no todo fue perfecto en el bosque encantado.
Un día, mientras Luna volaba entre las ramas, vio una pequeña ardilla atrapada en una rama alta y frágil. La ardilla estaba asustada y no podía bajar por sí misma. Luna descendió rápidamente para ayudar a la ardilla.
Usando su magia, hizo que la rama se fortaleciera y se convirtiera en una escalera segura para que la ardilla pudiera bajar sin problemas. La pequeña ardilla saltó felizmente hacia abajo y agradeció a Luna con un tierno abrazo.
A partir de ese momento, todos los animales del bosque sabían que podían contar con Luna cuando necesitaran ayuda. Ya sea protegiéndolos de los leñadores o salvando a una ardilla atrapada, ella siempre estaría allí para asegurarse de que todo estuviera bien.
Y así, gracias al amoroso cuidado de la madre del bosque, el bosque encantado siguió siendo un lugar mágico y seguro para todos sus habitantes. Luna continuó volando y bailando entre los árboles, protegiendo y cuidando de su amada casa verde.
Y cada vez que alguien paseaba por el bosque encantado, podía escuchar el suave susurro del viento diciendo: "Gracias, madre del bosque, por protegernos y asegurarte de que todo esté bien".
FIN.