Luna, la mariposa verde


Había una vez una oruga muy linda llamada Luna, que vivía felizmente en una hoja de un hermoso árbol. Luna disfrutaba cada día explorando las ramas y comiendo hojitas verdes.

Un día, mientras Luna se encontraba descansando bajo el sol, sintió un extraño cosquilleo en su cuerpo. Se dio cuenta de que algo estaba cambiando dentro de ella.

Una sensación nueva y emocionante la invadía: ¡estaba creciendo! Luna comenzó a tejer un capullo alrededor de su cuerpo para protegerse durante su transformación. Mientras estaba adentro del capullo, Luna soñó con volar por el cielo y visitar todos los lugares maravillosos que había escuchado.

Pasaron los días y Luna finalmente emergió de su capullo convertida en una bella mariposa. Sus alas eran tan coloridas como las flores del campo y brillaban con los rayos del sol. Estaba emocionada por comenzar su nueva vida como mariposa. Luna extendió sus alas y despegó hacia el cielo azul.

Voló entre las nubes blancas y se deleitó con la brisa fresca en su rostro. Las flores del campo parecían saludarla mientras pasaba volando cerca de ellas.

Un día, mientras exploraba un jardín lleno de margaritas, Luna escuchó voces provenientes debajo de ella. Era un grupo de niños jugando en el césped. - ¡Miren! ¡Una mariposa! - exclamó uno de ellos emocionado. - Es la mariposa más hermosa que he visto nunca - dijo otro niño admirado.

Luna se sintió muy feliz al escuchar esos elogios. Se acercó a los niños y comenzaron a jugar juntos. Les enseñó cómo volar como ella y les mostró las flores más bonitas del jardín.

Día tras día, Luna visitaba el jardín y jugaba con los niños. Les contaba historias de sus aventuras en el cielo y les enseñaba sobre la importancia de cuidar la naturaleza.

Un día, mientras Luna volaba cerca del árbol donde había vivido como oruga, notó que algo no estaba bien. Las hojas estaban marchitas y el árbol parecía triste. - ¿Qué le pasa a nuestro árbol? - preguntó uno de los niños preocupado.

Luna entendió que era hora de ayudar al árbol que tanto amor le había dado. Reunió a todos los niños y juntos plantaron nuevas semillas alrededor del viejo árbol. Cuidaron las plantas con amor y paciencia, regándolas todos los días.

Poco a poco, las plantas crecieron y rodearon al viejo árbol con hermosas flores coloridas. El árbol se llenó de vida nuevamente gracias al esfuerzo de Luna y los niños.

Desde ese día, Luna siguió volando por el cielo, llevando consigo un mensaje de esperanza y cuidado por la naturaleza. Los niños aprendieron la importancia de proteger su entorno y valorar cada ser vivo en él.

Y así, Luna vivió felizmente entre las flores del campo, inspirando a todos aquellos que tenían la suerte de cruzarse con ella en su camino. Porque una pequeña oruga puede convertirse en una mariposa hermosa y colorida, pero también puede ser un símbolo de amor y cambio para el mundo.

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