Luna, la muñeca mágica del bosque encantado
Había una vez en un bosque encantado, un gato llamado Simón y una niña llamada Victoria que eran los mejores amigos. Les encantaba pasear juntos por el bosque, explorando cada rincón y descubriendo nuevos secretos.
Un día, mientras caminaban entre los árboles altos y el suelo cubierto de hojas secas, escucharon una voz suave que decía: "¡Hola! ¡Soy Luna, la muñeca mágica!".
Sorprendidos, Simón y Victoria buscaron de dónde provenía esa misteriosa voz y se encontraron con una hermosa muñeca sentada en un tronco. "¡Wow! ¿Eres realmente una muñeca que habla?", preguntó Victoria emocionada. "¡Así es! Soy Luna, la muñeca mágica. He estado esperando por ustedes", respondió la muñeca con una sonrisa brillante.
Simón y Victoria se acercaron a Luna con curiosidad, sin saber qué esperar de esa extraordinaria muñeca parlante. Luna les contó que tenía el poder de conceder deseos a aquellos que fueran amables y valientes en sus acciones.
"¿De verdad puedes conceder deseos? ¡Eso es increíble!", exclamó Victoria emocionada. "Sí, pero solo a aquellos que demuestren tener un corazón noble y generoso", explicó Luna con seriedad.
Victoria pensó por un momento y le dijo a Luna: "Mi deseo es que todos los animales del bosque vivan felices para siempre". Simón asintió emocionado con la propuesta de su amiga. Luna sonrió ante tan noble deseo y cerrando los ojos comenzó a brillar intensamente.
Un destello mágico envolvió todo el bosque, haciendo que las flores florecieran más hermosas que nunca, los arroyos cantaran melodías alegres y los animales bailaran de felicidad.
Desde ese día, el bosque encantado se convirtió en un lugar lleno de alegría y armonía gracias al deseo generoso de Victoria.
Y aunque Simón ya no pudo entender lo maravilloso del lenguaje humano como antes porque ahora solo podía hablar con otros animales del bosque como consecuencia del hechizo mágico; seguían siendo amigos inseparables disfrutando juntos las maravillas creadas por la magia de Luna.
FIN.