Luna triste



Había una vez en el cielo nocturno una luna llamada Luna, que se encontraba muy triste. Todas las noches, Luna observaba desde arriba a los seres humanos y deseaba poder acercarse a ellos para alegrar sus corazones. Pero nadie prestaba atención a la tristeza de la luna.

Un día, un grupo de estrellas curiosas se acercó a Luna para preguntarle por qué estaba tan triste. Luna suspiró y les contó que ansiaba jugar con los niños, alumbrar fiestas y ser parte de la diversión. Las estrellas, sabias y comprensivas, le dieron ánimos a Luna y le propusieron un plan.

-Déjanos ayudarte, Luna. Juntos, podemos encontrar una forma de acercarte a los niños, -dijo la estrella más brillante.

Así comenzó la misión de las estrellas para ayudar a Luna. Una de ellas se escondió en el patio de una casa, preparándose para el momento indicado. Otra se coló en un globo aerostático que volaba sobre un parque, mientras que otra se instaló en un farol del centro de la ciudad.

Las estrellas lograron captar la atención de los niños con sus destellos y llevaron sus miradas hacia la luna. Los niños, sorprendidos y maravillados, alzaron la vista y descubrieron a Luna brillando con más intensidad que nunca. Desde ese día, los niños saludaban a la luna cada noche y le contaban sus secretos, sabiendo que Luna los escuchaba con cariño.

La tristeza de Luna comenzó a desvanecerse lentamente, pues la conexión con los niños le otorgaba alegría y significado. La luna ya no se sentía sola, pues había encontrado un propósito: iluminar las noches de los pequeños y escuchar sus historias.

Y así, Luna descubrió que a veces, la tristeza puede transformarse en alegría cuando encontramos un lugar en el mundo donde brillar y ser valorados por lo que somos.

FIN.

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