Luna y Draco


Había una vez, en un hermoso bosque lleno de flores y duendes juguetones, un hada llamada Luna. Luna era muy valiente y aventurera, siempre buscando nuevas amistades y emocionantes experiencias.

Un día, mientras volaba entre los árboles del bosque, Luna escuchó un rugido atronador. Intrigada por el sonido, decidió seguirlo hasta su origen. Al acercarse al lugar del rugido, vio a un majestuoso dragón blanco con brillantes escamas relucientes bajo el sol.

El bosque estaba lleno de miedo y pánico. Los duendes se escondían detrás de las setas gigantes y las flores cerraban sus pétalos temerosas. Pero Luna no pudo evitar sentir que algo no estaba bien.

Con valentía se acercó al dragón y le dijo:- ¡Hola! Soy Luna, ¿y tú? El dragón miró a Luna con sus grandes ojos amables y respondió con voz suave:- Hola, soy Draco. Lamento si asusté a todos en el bosque.

Luna notó la tristeza en los ojos de Draco y decidió investigar más sobre él antes de juzgarlo por su apariencia imponente. - No te preocupes, Draco.

¿Por qué todos tienen miedo de ti? Draco suspiró profundamente antes de responder:- Desde que nací como el único dragón blanco en este bosque, todos me temen solo por mi aspecto poderoso. Pero en realidad soy bueno y pacífico; solo quiero hacer amigos. Luna sonrió comprensivamente y extendió su mano hacia Draco.

- Entonces, Draco, seré tu amiga. Permíteme mostrarte que no todos en el bosque te temen. Draco aceptó la mano de Luna con gratitud y juntos comenzaron a explorar el bosque.

A medida que avanzaban, Luna presentaba a Draco a los duendes y las flores, explicándoles que él solo quería ser amigo de todos. Al principio, los duendes y las flores se escondían tímidamente, pero al ver la amabilidad y gentileza de Draco junto a Luna, comenzaron poco a poco a acercarse.

Pronto descubrieron que Draco era un dragón muy divertido y cariñoso. Con el tiempo, el bosque entero se dio cuenta de lo especial que era Draco.

Los duendes dejaron de tener miedo y las flores abrían sus pétalos para recibirlo con alegría. El bosque se convirtió en un lugar lleno de risas y juegos gracias al dragón blanco y su amiga hada. Pero un día, una criatura malvada llamada Sombra llegó al bosque.

Sombra era conocida por sembrar discordia y miedo en todas partes donde iba. Al enterarse del cambio positivo en el bosque gracias a Draco, decidió poner fin a esa felicidad.

Sombra planeó atrapar a Draco para asustarlo tanto que nunca más quisiera hacer amigos. En una noche oscura, mientras todos dormían pacíficamente, Sombra atacó sorpresivamente al dúo inseparable. Luna estaba desesperada al ver cómo su amigo estaba siendo amenazado por Sombra.

Sin embargo, recordando su valentía y determinación, Luna se armó de coraje y luchó contra Sombra para salvar a Draco. La batalla fue intensa, pero Luna nunca dejó de creer en sí misma. Con su magia y astucia, logró derrotar a Sombra y liberar a Draco.

El bosque entero se reunió para celebrar la valentía de Luna y la amistad incondicional entre ella y Draco.

Desde ese día, el bosque vivió en paz y armonía gracias a la lección aprendida: no juzgar por las apariencias y siempre dar una oportunidad a los demás. Y así, el hada Luna y el dragón blanco Draco siguieron siendo amigos inseparables, enseñando al mundo que el amor verdadero puede superar cualquier barrera.

Juntos, demostraron que incluso aquellos que parecen imponentes pueden tener un corazón bondadoso.

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