Luna y el árbol mágico
camino secreto que llevaba a Olmo. Luna siempre había sentido una conexión especial con la naturaleza y los cuentos de Olmo despertaban su imaginación y curiosidad. Un soleado día de primavera, Luna decidió aventurarse en busca del árbol mágico.
Siguió el sendero detrás de su casa, cruzando un pequeño arroyo y adentrándose en un frondoso bosque. Después de caminar durante un tiempo, llegó a un claro donde se alzaba majestuoso Olmo. - ¡Hola, Olmo! -saludó Luna emocionada-.
He venido a escuchar tus maravillosas historias. El árbol sonrió con sus ramas extendidas hacia el cielo y dijo:- Bienvenida, querida Luna. Me alegra verte aquí. Siéntate junto a mí y te contaré una historia especial hoy.
Luna se sentó bajo las ramas del árbol mientras este comenzaba su relato sobre una tierra encantada habitada por criaturas mágicas llamadas hadas luminosas. Estas hadas eran guardianas de la naturaleza y protegían los bosques con su magia.
Mientras escuchaba atentamente, Luna notó algo extraño entre las hojas del árbol. Un pequeño destello brillante capturó su atención. Con cuidado, estiró la mano para alcanzarlo y descubrió una diminuta hada luminosa atrapada entre las ramitas.
- ¡Oh! ¿Estás bien? -preguntó preocupada Luna-. No te haré daño, lo prometo. La hadita asintió con timidez mientras emitía una luz cálida y brillante.
Luna comprendió que la pequeña criatura necesitaba su ayuda para regresar a su hogar en la tierra encantada. - Olmo, ¿sabes cómo puedo llevar a esta hadita de vuelta a su casa? -preguntó Luna. El árbol susurró con ternura:- Hay un portal mágico escondido en el corazón del bosque.
Si sigues el rastro de las flores luminosas, te llevarán hasta allí. Luna agradeció al árbol y se puso en marcha junto con la hadita luminosa.
Siguiendo las flores brillantes, atravesaron arroyos cristalinos, saltaron sobre rocas resbaladizas y sortearon arbustos espinosos hasta llegar al portal mágico. Al cruzarlo, Luna quedó maravillada por la belleza del lugar. Las hojas eran de colores vibrantes y los animales hablaban entre sí en un idioma desconocido pero musical.
La hadita le mostró el camino hacia una gran asamblea de hadas luminosas que celebraban su llegada. - ¡Luna ha traído a nuestra hermana perdida! -exclamaron emocionadas las hadas. Luna sonrió feliz al ver cómo la pequeña hadita era recibida con alegría.
Las demás hadas rodearon a Luna para mostrarle su gratitud por haberlas reunido nuevamente. Le otorgaron una varita mágica como muestra de amistad y le enseñaron hechizos para proteger el bosque y ayudar a los animales.
Con lágrimas de felicidad en los ojos, Luna se despidió de las hadas luminosas y regresó al pueblo con su varita mágica en mano. Desde aquel día, Luna se convirtió en la protectora del bosque y cada vez que visitaba a Olmo, compartía sus aventuras con él.
El árbol Olmo continuó susurrando historias al viento para los niños del pueblo, pero ahora también narraba las valientes hazañas de Luna y su amistad con las hadas luminosas. Así, todos aprendieron la importancia de cuidar y respetar la naturaleza.
Y así fue como una niña curiosa y valiente llamada Luna descubrió un mundo mágico gracias a un árbol parlante llamado Olmo.
Juntos, enseñaron a todos que el amor por la naturaleza puede llevarnos a vivir grandes aventuras y hacer del mundo un lugar mejor.
FIN.