Luna y el Árbol Mágico



Era un día soleado en el bosque, y la pequeña ardilla Luna estaba lista para una nueva aventura. Con su pelaje marrón brillante y sus grandes ojos curiosos, se unió a sus amigos, los conejos, Pipo y Lila, y a sus compañeros ardillas, Nino y Tuti. Todos decidieron jugar a las escondidas.

"¡Yo cuento primero!" – dijo Luna emocionada, cubriendo sus ojitos con sus patas.

Mientras Luna contaba hasta diez, sus amigos buscaron los mejores escondites entre los árboles. Después de contar, Luna comenzó a buscar.

"¡Listo o no, allá voy!" – gritó, mientras cargaba su energía.

Buscó detrás de los arbustos, dentro de las raíces y hasta en el tronco de un viejo roble. Pero cuando iba caminando, se detuvo al ver un árbol diferente a todos. Era más grande, con una corteza dorada y hojas que brillaban como si tuvieran el sol dentro de ellas.

- “¡Wow! ¿Qué árbol es este? ” - se preguntó Luna con asombro.

Se acercó lenta y cautelosamente al árbol.

"Hola, pequeña ardilla. Mi nombre es Áureo, el árbol mágico. He estado esperando que alguien aventurero como vos me encuentre" - dijo el árbol con una voz suave.

- “¿Un árbol que habla? Esto es sorprendente. ¿Qué me puedes contar? ” - dijo Luna, con los ojos llenos de asombro.

"Estoy aquí para cumplir un deseo, pero ten cuidado, solo uno y debes pensarlo bien" - respondió Áureo.

Luna se quedó pensando. Era difícil decidir. Podía pedir ser la ardilla más rápida del bosque, o incluso tener un montón de nueces para compartir. Pero algo dentro de ella le decía que debía elegir algo más importante.

- “Quiero ayudar a mis amigos a ser más felices. A veces se sienten tristes o preocupados, y yo quiero que siempre estén alegres” - dijo Luna con determinación.

Áureo sonrió ante la sabia elección de Luna.

"Ese es un deseo hermoso, Luna. Te concederé lo que pides. Ahora emprende una búsqueda especial: tienes que reunir a tus amigos y aprender juntos cómo hacerlos felices todos los días. Cuando logren alegrar a alguien, serán recompensados con algo especial" - dijo el árbol.

Luna corrió de regreso con sus amigos para contarles sobre el árbol mágico y su gran deseo. Al principio, Pipo y Lila no estaban muy seguros de qué hacer.

- “¿Cómo hacemos para hacer felices a los demás? ” - preguntó Lila.

- “Podríamos hacerles regalos, como flores o frutas” - sugirió Nino.

Y así, juntos comenzaron a preparar sorpresas para otros animales del bosque. Un día, decidieron hacer un regalo especial para la anciana tortuga Margarita, que siempre estaba sola.

"Vamos a invitarla para merendar" - propuso Tuti.

Prepararon una pequeña fiesta, con nueces y bayas, y cuando llevaron todo a la casa de Margarita, la tortuga no podía creer lo que estaba viendo.

"¡Oh, qué sorpresa tan linda!" - exclamó Margarita, con lágrimas de felicidad en sus ojitos.

Esa tarde, entre risas y juegos, Luna y sus amigos aprendieron que hacer felices a los demás les traía alegría también a ellos. Y así continuaron, sorprendiendo a otros animales del bosque con pequeñas acciones de bondad.

Cada vez que alegraban a alguien, sentían un calorcito en su corazón y Áureo el árbol mágico les dejaba pequeñas semillas de alegría a sus pies. Así fue como el bosque se comenzó a llenar de risas y amistad.

Un buen día, después de haber alegrado a muchos, el árbol Áureo llamó a Luna.

"¡Has hecho un trabajo increíble! Como recompensa, te dejo un gran regalo: ¡la capacidad de escuchar a tus amigos cuando más lo necesiten!" - dijo el árbol con gran alegría.

Luna estaba extasiada.

- “¡Gracias, Áureo! Prometo siempre estar ahí para mis amigos."

Así, Luna no solo se convirtió en la ardilla más querida del bosque, sino también en una gran amiga, y aprendió que la felicidad se multiplica al compartirla.

"¡Vamos a hacer algo lindo hoy también!" - dijo Luna, mientras emprendían una nueva aventura con sus corazones llenos de alegría. Así, el bosque siguió vibrando de risas y buena onda, gracias a la pequeña ardilla y sus buenos amigos.

FIN.

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