Luna y el Bosque Encantado
Era un día radiante cuando Luna, una niña curiosa y valiente, decidió aventurarse más allá de su jardín. Al cruzar un pequeño arroyo y adentrarse en el bosque, se sintió atraída por una luz brillante que danzaba entre los árboles. Con cada paso, su emoción crecía.
Al llegar a un claro, se encontró con un grupo de animales: un conejo, un zorro, una tortuga y un pájaro. Todos lucían preocupados.
"¡Hola! ¿Por qué están tan tristes?" - preguntó Luna, acercándose con confianza.
"¡Hola! Somos amigos del bosque, pero hemos perdido nuestro camino hacia el Árbol de los Deseos. Sin él, no podremos hacer magia para ayudar a los demás" - respondió el conejo, moviendo sus pequeñas orejas.
Luna, sintiendo su tristeza, decidió que les ayudaría. "No se preocupen, vamos juntos a buscar el árbol. ¡Seguro que lo encontramos!".
Los animales se miraron entre sí, un poco dudosos, pero la esperanza brilló en sus ojos. Comenzaron a caminar junto a Luna, quien pronto notó que el bosque estaba lleno de sorpresas; flores que cantaban canciones y arbustos que susurraban secretos.
"¡Miren!" - exclamó el pájaro, señalando un camino cubierto de pétalos de colores "Tal vez ese sea el camino al árbol".
Pero de repente, un viento fuerte comenzó a soplar, desordenando las hojas y haciendo que los amigos se detuvieran.
"¡Cuidado!" - gritó el zorro, tratando de mantener el equilibrio. "Podría ser peligroso seguir así".
Luna, pero no se dejó intimidar. "Si trabajamos juntos, ¡podremos enfrentarlo!" - dijo, mirando a sus nuevos amigos. Así que formaron una línea, sosteniendo unos a otros, y se lanzaron al camino lleno de pétalos.
Superaron el viento con valentía, riendo y compartiendo palabras de aliento. Finalmente, después de muchas aventuras y un par de obstáculos, llegaron a un enorme árbol brillante.
"¡El Árbol de los Deseos!" - exclamó la tortuga, emocionada. "Lo logramos!"
Luna se acercó y con el corazón lleno de alegría, deseó que todos los animales pudieran volver a su hogar.
"¡Te lo agradecemos!" - dijo el conejo, saltando de felicidad. "Y creo que aprendimos algo en el camino: si confiamos unos en otros, somos más fuertes".
Luna sonrió y los animales, felices, la rodearon en un abrazo grupal.
"Siempre volveré a visitar el bosque y a ustedes, mis amigos" - prometió Luna.
Después de ese día, Luna entendió que la amistad y la confianza pueden impedir cualquier tormenta, y su aventura en el bosque se convirtió en un hermoso recuerdo que siempre guardaría en su corazón. Cada vez que regresaba, les contaba historias a otros niños, mostrándoles que la verdadera magia reside en ayudar y confiar en los demás.
FIN.