Luna y el Desafío Estelar


Había una vez en el bosque encantado de Villa Mágica, un hada llamada Luna que era muy curiosa. Siempre se preguntaba qué pasaría si por alguna razón las estrellas dejaran de brillar en el cielo.

Un día, mientras volaba entre los árboles del bosque, Luna escuchó un rumor que la llenó de preocupación. Al parecer, una malvada bruja había lanzado un hechizo para apagar todas las estrellas del firmamento.

Sin dudarlo, Luna decidió emprender un viaje hacia el Reino Oscuro donde habitaba la bruja, dispuesta a descubrir qué estaba sucediendo y a encontrar una solución.

Al llegar al Reino Oscuro, Luna se encontró con la bruja Malicia, quien se burlaba de ella y le decía:- ¡Ja ja ja! ¿Qué hace aquí este hadita curiosa? ¿Acaso crees que puedes detenerme? Luna no se dejó intimidar y con valentía le preguntó a la bruja por qué había decidido apagar las estrellas.

Malicia le confesó que lo hizo por envidia, ya que siempre había deseado tener su propio brillo en el cielo nocturno.

Determinada a ayudar a resolver ese problema, Luna propuso a Malicia hacer una competencia amistosa para ver quién podía crear la luz más hermosa: si ganaba Luna, las estrellas volverían a brillar; si ganaba Malicia, podría tener su propia luz en el cielo. Ambas aceptaron el desafío y comenzaron a trabajar en sus respectivas creaciones.

Luna utilizó polvo de estrellas y destellos mágicos para tejer una constelación resplandeciente en el firmamento. Mientras tanto, Malicia conjuró llamas multicolores y chispas brillantes para formar su propia luz única.

Finalmente, llegó el momento de presentar sus creaciones ante un jurado imparcial formado por duendes y hadas del bosque. Todos quedaron maravillados con la constelación creada por Luna: era tan hermosa y brillante que iluminaba todo el Reino Oscuro. Malicia también impresionó al jurado con su luz deslumbrante e innovadora.

Sin embargo, cuando llegó el momento de elegir al ganador, todos coincidieron en que la verdadera belleza radicaba en compartir la luz con los demás.

Entonces, Malicia comprendió que no necesitaba robarle la luz a las estrellas para brillar; podía encontrar su propio brillo sin dañar a nadie más. Agradecida por esta lección de generosidad y amistad, decidió devolverle su esplendor al cielo nocturno permitiendo que las estrellas volvieran a brillar junto con su nueva luz.

Desde ese día en adelante, Luna y Malicia se convirtieron en grandes amigas y colaboradoras creativas. Juntas iluminaban el cielo con luces únicas y compartidas para disfrute de todos los habitantes del bosque encantado de Villa Mágica.

Y así fue como aprendieron que la verdadera magia reside en compartir nuestra luz interior con los demás. Fin

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