Luna y el Pueblo Arcoiris


En un pequeño pueblo llamado Arcoiris, vivía una niña llamada Luna. Luna era una niña muy especial, ya que tenía la capacidad de ver el mundo de una manera distinta: era ciega desde que nació.

A pesar de su discapacidad visual, Luna era una niña alegre y curiosa que siempre estaba en busca de nuevas aventuras. Un día, mientras paseaba por el parque del pueblo, Luna escuchó unos murmullos entre los niños que jugaban cerca.

Se acercó lentamente y escuchó a dos niños burlándose de alguien. Al acercarse un poco más, se dio cuenta de que estaban riéndose de Tomás, un niño con gafas muy gruesas que tenía dificultades para ver bien.

Luna sintió mucha tristeza al ver cómo se burlaban de Tomás solo por usar gafas, así que decidió intervenir.

Se acercó a los niños y les dijo con voz firme:- ¿Por qué se están riendo de Tomás? Todos somos diferentes y eso nos hace especiales. No está bien burlarse de alguien por algo tan superficial como unas gafas. Los niños se quedaron sorprendidos al escuchar a Luna hablar tan segura y decidieron disculparse con Tomás.

Desde ese día, Luna se convirtió en amiga tanto de Tomás como de los demás niños del pueblo.

Un mes después, el pueblo organizó un concurso de talentos para recaudar fondos para construir un parque inclusivo donde todos los niños pudieran jugar juntos sin importar sus diferencias. Luna decidió participar cantando una hermosa canción que había compuesto ella misma.

El día del concurso, Luna subió al escenario acompañada por su inseparable guitarra y comenzó a cantar con tanta emoción que logró emocionar a todos los presentes. Su voz resonaba en todo el lugar y transmitía un mensaje claro: la tolerancia y el respeto hacia las diferencias eran fundamentales para construir un mundo mejor. Al finalizar su presentación, el público estalló en aplausos y ovaciones.

Luna había tocado los corazones de todos con su música y su mensaje inspirador. Gracias a la recaudación del concurso, finalmente se pudo construir el parque inclusivo en el pueblo Arcoiris.

Ahora todos los niños podían jugar juntos sin importar sus diferencias físicas o visuales. Luna se convirtió en un símbolo de tolerancia y respeto en el pueblo, demostrando que la verdadera belleza radica en aceptarnos tal como somos y valorar las cualidades únicas que nos hacen especiales.

Y así fue como Luna enseñó al mundo entero que la verdadera vista no está en nuestros ojos, sino en nuestro corazón.

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