Luna y El Secreto de la Selva



Era un día soleado en el barrio de Villa Alegre cuando llegó una nueva alumna a la escuela. Se llamaba Luna y desde el primer momento, los chicos la miraron con curiosidad. Ella tenía una forma de moverse diferente, como si siempre estuviera lista para correr y jugar. Además, su forma de vestir era inusual: llevaba ropa en tonos de verde y marrón, como si quisiera camuflarse con la naturaleza.

Al principio, algunos niños la ignoraron, pero otros se acercaron para conocerla. Entre ellos estaba Sofía, una niña amable y aventurera.

"Hola, yo soy Sofía. ¿Te gustaría jugar al fútbol con nosotros?" - le dijo con una sonrisa.

"¡Claro! Me encanta el fútbol, pero también me gusta jugar en el bosque. Hay muchas cosas interesantes allí" - respondió Luna, con una chispa de emoción en su mirada.

Los días pasaron y su grupo de amigos notó que Luna tenía algunos comportamientos extraños. A veces, se quedaba mirando a la luna en lugar de prestar atención en clase, o se ponía a correr sin razón aparente.

"¿Por qué siempre mirás la luna?" - le preguntó Martín, un compañero curioso.

"Porque me recuerda a mi hogar. Vivo cerca de un bosque mágico, donde la luna brilla más que en cualquier otro lugar" - explicó Luna, con un susurro en su voz.

Un día, mientras jugaban, Luna invitó a sus amigos a aventurarse en el parque detrás de la escuela. Les aseguró que había un escondite secreto allí.

"¿Un escondite?" - exclamó Sofía "¡Vamos!"

Cuando llegaron al parque, se adentraron entre los árboles y, para su sorpresa, encontraron una cueva oculta. Luna los guió con confianza.

"¡Es increíble!" - gritó Martín, lleno de asombro.

"Pero no se olviden de ser cuidadosos. Este lugar tiene un poder especial" - advirtió Luna.

Mientras exploraban, Luna comenzó a comportarse de una forma muy diferente. De repente, escuchó un sonido raro y se detuvo, con las orejas atentas, como si estuviera escuchando algo que los demás no podían oír.

"¿Qué te pasa, Luna?" - preguntó Sofía, mirando algo preocupada.

"Siento un llamado de la selva. Debemos descubrir de qué se trata" - dijo Luna, con una mirada decidida en sus ojos.

Los chicos, intrigados pero algo dudosos, decidieron seguirla. Pronto, se encontraron en una ladera donde había flores brillantes y árboles frondosos. Luna sonrió mientras tocaba las plantas y se movía con agilidad entre ellas.

"¡Miren!" - exclamó, señalando una manada de lobos que caminaban a cierta distancia.

Los amigos se sorprendieron y se ocultaron detrás de un arbusto para observarlos.

"¿Lobos? Son hermosos..." - murmuró Sofía.

Fue entonces cuando Luna empezó a transformarse. Su cabello se volvió más espeso y su forma se hizo más fuerte. Al ver esto, los chicos dieron un paso atrás, atemorizados.

"¡Luna! ¿Qué te está pasando?" - gritó Martín, asustado.

"No tengan miedo. Soy parte de este mundo. Soy una niña loba, y siempre he estado aquí para proteger la naturaleza" - afirmó Luna, con una voz que parecía resonar con el bosque.

Los chicos, aunque sorprendidos, comenzaron a entender. Luna no era diferente, era especial. Tenía un don que la conectaba con la naturaleza. Y eso no era algo de lo que debían tener miedo, sino celebrar.

"Queremos conocerte mejor, Luna. ¿Qué podemos hacer para ayudar a la selva?" - preguntó Sofía con determinación.

"Cuidar el entorno. Recoger basura, plantar árboles y aprender sobre nuestra fauna y flora. Juntos, podemos hacer una gran diferencia" - respondió Luna, sonriendo.

Desde ese día, los amigos se unieron a Luna en su misión de proteger el bosque. Con el tiempo, los chicos aprendieron a valorar la naturaleza, a observar a los animales y respetar su hogar. Luna se convirtió en su líder y, aunque a veces parecía un poco distinta, siempre fue una gran amiga.

La amistad que construyeron demostró que ser diferente no era algo malo, sino una oportunidad para aprender y crecer juntos. Y así, bajo la luz de la luna, con el espíritu de la selva a su alrededor, Luna y sus amigos vivieron muchas aventuras, protegiendo el hogar de los lobos y de todas las criaturas del bosque.

FIN.

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