Luna y la Abuela Lobo
Había una vez, en un bosque mágico, una niña llamada Luna que tenía un secreto muy especial: ¡era una niña lobo! Su abuela, una sabia y risueña mujer, también tenía una conexión especial con el bosque. Cada sábado, Luna y su abuela se sentaban juntas a contar historias sobre los árboles, las estrellas y las criaturas mágicas que habitaban en el bosque.
Un día, mientras paseaban, Luna le dijo a su abuela:
"Abuela, ¿por qué siempre nos cuentan historias sobre criaturas mágicas?"
La abuela sonrió con ternura y contestó:
"Porque las historias nos enseñan sobre el respeto y la comprensión. Las criaturas mágicas son símbolos de nuestras emociones y de lo que podemos aprender de la vida, Luna."
Luna pensó en eso y, mientras exploraban, de repente, escucharon un aullido triste.
"¿Escuchaste eso, abuela? Suena como si alguien estuviera llorando."
Siguiendo el sonido, encontraron a un pequeño lobo atrapado en unas ramas. Luna se agachó y le habló con cuidado:
"Hola, pequeño lobo, ¿cómo te llamas?"
"Me llamo Niko. Me perdí de mi manada, y ahora no sé cómo regresar."
Luna, sintiendo un profundo deseo de ayudar, miró a su abuela.
"¡Abuela, tenemos que ayudarlo!"
La abuela asintió.
"Sí, cariño. Pero primero, necesitamos saber hacia dónde se dirigía y cómo podemos ayudarlo."
Niko, con lágrimas en los ojos, les contó que había salido a buscar una flor especial que crecía cerca de la gran roca. Desde entonces se había perdido en el bosque espeso.
"Pero eso fue hace mucho. No sé si podré volver a casa."
Luna, dotada de su habilidad de lobo, se convirtió en una pequeña exploradora y decidió liderar la búsqueda.
"No te preocupes, Niko. Vamos a encontrar esa flor y ayudarte a regresar. ¡Yo puedo oír a tu manada si me concentro!"
La abuela los acompañó, guiando a Luna en el uso de sus sentidos. Juntos, atravesaron prados verdes y ríos cristalinos, y cada vez que veían un obstáculo, la abuela compartía sabias enseñanzas sobre la perseverancia y el trabajo en equipo.
Tras varios intentos de escalar un árbol y cruzar un arroyo, finalmente llegaron a la gran roca. Allí, florecían las flores que Niko buscaba.
"¡Mirá! ¡Esas son!" exclamó Niko emocionado.
"Vamos a recoger algunas para ti y así poder distinguir el camino de vuelta a tu manada," sugirió la abuela.
Mientras recolectaban flores, Luna se dio cuenta de que estaban cerca de un acantilado. Corrió hacia el borde y vio, a lo lejos, un grupo de lobos, entre los cuales reconoció a Niko.
"¡Tu manada! ¡Están ahí!" gritó con alegría.
"¿Vas a volver a ellos?" preguntó Luna, sintiéndose un poco triste al tener que despedirse.
Niko se giró y le dijo:
"Sí, gracias a vos y a tu abuela. Nunca hubiera encontrado el camino sin su ayuda. Ahora sé que hay que tener valor para buscar lo que amas."
Luna sonrió y abrazó a Niko.
"Siempre serás nuestro amigo, pequeño lobo. ¡Ven a visitarnos pronto!"
Con el corazón lleno de felicidad, Niko se despidió y corrió hacia su manada.
"¿Ves, Luna? A veces, ayudar a otros también nos ayuda a nosotros mismos."
Luna miró a su abuela con admiración.
"¡Sí, abuela! Hoy aprendí que, aunque a veces nos sintamos perdidos, con amor y ayuda, siempre podemos encontrar nuestro camino de vuelta."
Desde ese día, la niña lobo y su abuela se dedicaron a explorar el bosque y ayudar a cualquier criatura que lo necesitara, dejando un rastro de amistad y enseñanzas. Y así, la historia de Luna, la niña lobo y su abuela, se volvió una leyenda en el bosque, inspirando a muchos a respetar y cuidar la naturaleza.
Y colorín colorado, este cuento ha terminado.
FIN.