Luna y la amistad entre especies


Había una vez una escuela en un pequeño pueblo de Argentina llamado Villa Feliz. Los niños iban todos los días a aprender y jugar en el hermoso patio que tenía la escuela.

Un día, cuando los niños salieron al recreo, se dieron cuenta de algo muy especial: ¡había aparecido una gatita! Todos los niños se acercaron emocionados a ver a la gatita. Tenía un pelaje suave y gris, con ojos grandes y curiosos.

La gatita parecía asustada, pero poco a poco fue acostumbrándose a la presencia de los niños. La maestra, llamada Laura, decidió que sería mejor llevar a la gatita dentro del edificio para asegurarse de que estuviera segura.

Todos los niños estaban encantados con la idea y comenzaron a pensar en nombres para ella. Después de mucho debate, decidieron llamarla —"Luna"  porque siempre aparecía por las noches mágicas como aquella.

Luna se convirtió en parte de la familia escolar y cada niño tenía turnos para cuidarla durante el recreo.

Un día, mientras jugaban con Luna en el patio trasero de la escuela, uno de los niños notó algo extraño: había un agujero debajo del árbol grande donde Luna solía dormir por las tardes. Todos se acercaron al agujero y descubrieron que era el hogar de muchos ratones pequeños. Los ratones corrían asustados por el agujero mientras Luna intentaba atraparlos sin éxito.

Los niños sintieron pena por ellos y pensaron en cómo podrían ayudarlos sin lastimar a nadie. Fue entonces cuando Tomás, uno de los niños más inteligentes de la clase, tuvo una idea brillante.

Se acercó a Luna y le susurró al oído: "-Luna, ¿qué tal si te convertís en amiga de los ratones? Podrías protegerlos y ellos podrían enseñarte a cazar sin lastimarlos. "Luna pareció entender las palabras de Tomás y comenzó a observar cómo los ratones se movían por el agujero.

Poco a poco, aprendió cómo acercarse sigilosamente sin asustarlos y cómo jugar con ellos sin lastimarlos. Con el tiempo, Luna se convirtió en una experta cazadora que nunca lastimaba a ningún animalito.

Los ratones confiaban en ella y jugaban juntos todos los días en el patio trasero de la escuela. Los niños estaban maravillados con lo que habían logrado. Habían ayudado a Luna a ser amiga de los ratones y habían demostrado que no era necesario hacer daño para divertirse.

Aprendieron sobre la importancia del respeto hacia todos los seres vivos y entendieron que cada uno tiene un papel importante en este mundo. La historia de Luna se volvió famosa en Villa Feliz.

La gente empezó a visitar la escuela solo para verla jugar con sus amigos ratoncitos. Incluso algunos vecinos decidieron adoptar gatitos abandonados después de conocer la historia de Luna.

Desde aquel día, todos recordaron el valor del respeto hacia los animales gracias a Luna y su increíble habilidad para hacer amigos inesperados. Y así, Villa Feliz se convirtió en un lugar donde todas las criaturas eran tratadas con amor y respeto, gracias a una pequeña gatita llamada Luna.

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