Luna y la luz del bosque


En un bosque mágico y encantado, vivía Luna, un hada con el poder de hacer realidad los sueños de las criaturas que habitaban en ese lugar.

Todos acudían a ella en busca de ayuda para lograr lo que anhelaban en sus corazones. Un día, mientras Luna ayudaba a una familia de conejos a construir la madriguera perfecta, sintió algo diferente en su interior.

Un deseo nuevo comenzó a crecer dentro de ella: quería compartir su magia con todos los seres del bosque, no solo con aquellos que le pedían ayuda. Luna decidió entonces salir en busca de cada habitante del bosque para ofrecerles un poco de su magia y alegría.

Con una sonrisa cálida y palabras amables, tocaba a cada ser con su varita mágica y les regalaba un destello especial que iluminaba sus ojos y corazones.

Los árboles cobraban vida con colores brillantes, los arroyos cantaban melodías dulces y los animales jugaban felices bajo el resplandor de la magia de Luna. El bosque entero se transformó en un lugar aún más hermoso gracias al amor y bondad que emanaban de ella. Pero no todo era perfecto en el bosque encantado.

Una sombra oscura comenzó a extenderse por entre los árboles, amenazando con apagar la luz y la alegría que Luna había traído consigo. Algunos seres del bosque empezaron a sentir miedo y tristeza.

"¿Qué está pasando?", se preguntaban unos a otros los habitantes del bosque preocupados por la situación. Luna se dio cuenta rápidamente de lo que ocurría y decidió enfrentar aquella sombra oscura que intentaba opacar la felicidad del lugar.

Con valentía, se adentró en lo más profundo del bosque hasta encontrar al responsable: un malvado duende oscuro que envidiaba la luz y el amor que Luna irradiaba.

"¿Por qué haces esto? ¿Por qué quieres extinguir la alegría que hemos encontrado gracias a mi magia?", preguntó Luna con voz firme pero llena de compasión hacia el duende oscuro. El duende explicó que se sentía solo e incomprendido, pero sobre todo celoso del poder y la bondad de Luna.

Sin embargo, al verla frente a él dispuesta a ayudarlo también, algo cambió dentro suyo. Luna extendió su mano hacia el duende oscuro y le ofreció una chispa brillante de su propia magia. Al principio dudoso, el duende aceptó finalmente aquel regalo inesperado.

Y pronto descubrió cómo esa luz podía transformar también su corazón llenándolo de amor y esperanza. La sombra oscura desapareció lentamente ante los ojos asombrados de todos los seres del bosque.

La luz brillante volvió a iluminar cada rincón devolviendo la paz y armonía perdidas.

Desde ese día, Luna no solo continuó haciendo realidad los sueños de otros sino que también se convirtió en la protectora del bosque encantado; velando por mantener viva esa magia especial capaz de iluminar las vidas con bondad y amor infinitos para siempre jamás.

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