Luna y la Misión Divina


Había una vez en el cielo un lugar muy especial donde habitaba El Corazón de Dios. Este corazón era único en todo el universo, ya que contenía todo el amor, la bondad y la sabiduría del mundo.

Estaba protegido por ángeles que velaban por él día y noche para asegurarse de que nada malo le sucediera.

Un día, mientras los ángeles estaban distraídos cuidando otras tareas celestiales, un ser oscuro logró colarse en el cielo y se acercó sigilosamente al Corazón de Dios. Con sus garras afiladas intentó robarlo para quedarse con todo ese poderoso amor para sí mismo. -¡Detente! -gritó uno de los ángeles al percatarse del peligro.

Pero ya era demasiado tarde, el ser oscuro había logrado arrebatar el Corazón de Dios y escapar volando hacia la Tierra. Los ángeles, alarmados, no sabían qué hacer.

Sabían que sin el Corazón de Dios, el mundo estaría destinado a caer en la oscuridad y la desesperación. En la Tierra, el ser oscuro escondió el Corazón de Dios en lo más profundo de un bosque misterioso donde nadie pudiera encontrarlo.

Sin embargo, lo que este ser maligno no esperaba era que allí vivía una niña llamada Luna. Luna era una niña valiente y curiosa que siempre estaba explorando cada rincón del bosque en busca de aventuras. Una tarde, mientras jugaba entre los árboles, Luna escuchó un débil latido proveniente del interior del bosque.

Intrigada, siguió el sonido hasta llegar a una cueva oculta donde encontró al Corazón de Dios brillando débilmente entre las sombras. -¿Quién eres? -preguntó Luna con voz temblorosa. -Soy El Corazón de Dios -respondió una cálida voz-.

He sido robado y necesito volver a mi lugar seguro en el cielo antes de que sea demasiado tarde. Luna sintió compasión por aquel corazón herido y decidió ayudarlo a regresar al cielo.

Tomándolo con cuidado entre sus manos pequeñas, emprendieron juntos un viaje lleno de obstáculos y peligros causados por el ser oscuro que intentaba detenerlos a toda costa. Pero Luna demostró tener un coraje inquebrantable y una determinación férrea para proteger aquello tan valioso e importante para todos.

Con ingenio e inteligencia lograron sortear cada trampa tendida por su adversario hasta llegar finalmente al cielo donde los ángeles les dieron la bienvenida con alegría y gratitud.

Gracias a la valentía y nobleza de Luna, El Corazón de Dios pudo regresar a su lugar seguro restaurando así la paz y armonía en el mundo entero.

Desde entonces, cada vez que alguien sienta amor o bondad en su corazón podrá recordar esta historia como un recordatorio del poder transformador que hay dentro de cada uno si se actúa con amor y valentía ante cualquier adversidad.

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