Luna y la niña curiosa


Había una vez en un pequeño pueblo en las afueras de Buenos Aires, una niña llamada Mayra. Mayra era una niña curiosa y aventurera a la que le encantaba explorar los bosques cercanos a su casa.

Un día, mientras caminaba por el bosque, Mayra se encontró con algo increíble: ¡un unicornio con un brillante cuerno dorado, pelaje blanco como la nieve, crines de colores arco iris y flores violetas en sus patas! Mayra no podía creer lo que veían sus ojos.

Se acercó lentamente al unicornio, que la miraba con ternura y curiosidad. El corazón de Mayra latía rápido de emoción. "¡Hola! Soy Mayra, ¿cómo te llamas?", preguntó la niña tímidamente.

El unicornio sonrió con suavidad y respondió con una voz melodiosa: "Hola, querida Mayra. Mi nombre es Luna. "Mayra quedó maravillada al escuchar hablar al unicornio.

Luna le explicó que ella era la guardiana del bosque mágico y que solo se dejaba ver por aquellos con un corazón puro y valiente. Luna invitó a Mayra a subirse sobre su lomo para dar un paseo por el bosque encantado. La niña aceptó emocionada y juntas emprendieron un viaje lleno de magia y aventuras.

Cruzaron ríos cristalinos, volaron entre las copas de los árboles más altos y conocieron criaturas fantásticas como hadas danzantes y duendes juguetones.

Durante el viaje, Luna enseñaba a Mayra sobre el valor de la amistad, la importancia de respetar la naturaleza y la belleza de creer en la magia que hay en el mundo.

"¿Crees en ti misma, querida Mayra? Porque eres más valiente y especial de lo que imaginas", le dijo Luna mientras trotaban suavemente por un prado repleto de flores multicolores. Mayra sonrió ampliamente y asintió con determinación. A medida que avanzaban juntas, Mayra descubría nuevas fortalezas dentro de sí misma gracias a las enseñanzas de Luna.

Al caer la tarde, Luna llevó a Mayra de vuelta al borde del bosque donde se habían encontrado por primera vez. "Gracias por este día mágico e inolvidable", dijo Mayra abrazando cariñosamente al unicornio.

Luna inclinó su cabeza como gesto de despedida antes de desaparecer entre los árboles del bosque mágico.

Desde ese día, Mayra siguió visitando el bosque encantado siempre que podía, recordando las enseñanzas de Luna y compartiendo su historia con todos los niños del pueblo para inspirarlos a creer en la magia que vive dentro de cada uno. Y así fue como una nena llamada Mayra encontró un unicornio con arco iris y flores violetas; una experiencia única que marcó su vida para siempre.

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