Luna y la Tienda Mágica



En la tienda ideal, un lugar mágico donde todo era posible, trabajaban varios personajes muy especiales. Estaba el Sr. Sonrisas, un amable y divertido payaso que siempre alegraba a los clientes con sus chistes; la Sra.

Imaginación, una mujer creativa que ayudaba a los niños a encontrar juguetes increíbles; y el Sr. Sabio, un anciano sabio que conocía todos los secretos de la tienda.

Un día soleado, llegó una chica llamada Luna al mostrador de atención al cliente. Tenía el pelo largo y oscuro como la noche y unos ojos brillantes llenos de curiosidad. Era su primer día en la tienda ideal y estaba emocionada por comenzar su trabajo. El Sr.

Sonrisas se acercó a saludarla con una gran sonrisa en su rostro. - ¡Bienvenida Luna! Estoy seguro de que te encantará trabajar aquí -dijo el payaso mientras le daba palmaditas en la espalda-. Ven, te mostraré el lugar.

Luna siguió al Sr. Sonrisas mientras él le enseñaba cada rincón de la tienda: los estantes llenos de juguetes coloridos, las secciones de libros con historias fantásticas e incluso una sala llena de instrumentos musicales.

- Aquí es donde ocurren todas las maravillas -dijo Luna emocionada- ¡Me encanta! El tiempo pasó rápido y pronto Luna se hizo muy querida por todos en la tienda ideal. Los niños adoraban su paciencia para escuchar sus historias y ayudarlos a encontrar lo que buscaban.

Pero un día algo inusual ocurrió: uno de los juguetes más preciados, el oso de peluche mágico que daba abrazos reconfortantes, desapareció. Todos en la tienda se alarmaron y comenzaron a buscar por todas partes.

Luna se sintió triste al ver cómo los niños estaban decepcionados sin su juguete favorito. Decidió tomar acción y encontrar al culpable. - Sr. Sabio, necesito su ayuda -le dijo Luna al anciano sabio-.

El oso de peluche ha desaparecido y quiero descubrir quién lo tomó. El Sr. Sabio asintió y le explicó a Luna que tenía un libro especial donde podía ver todo lo que había ocurrido en la tienda desde el principio de los tiempos.

Juntos revisaron las páginas hasta encontrar una pista: un niño llamado Tomás parecía estar sospechosamente cerca del lugar donde estaba el oso antes de desaparecer. Luna decidió hablar con Tomás para saber si él sabía algo sobre el oso perdido.

- Hola Tomás, me llamo Luna -se presentó amigablemente-. ¿Sabes qué pasó con el oso de peluche? Tomás bajó la mirada avergonzado y confesó:- Lo siento mucho, Luna. Fui yo quien tomé el oso porque quería tenerlo solo para mí.

Pero ahora me doy cuenta de que fue egoísta e injusto con los demás niños. Luna sonrió comprensiva y le dio una palmadita en la espalda. - Todos cometemos errores, pero lo importante es aprender de ellos -le dijo-.

Vamos a devolver el oso y pedir disculpas a los demás. Tomás y Luna regresaron al lugar donde se encontraba el oso de peluche y lo devolvieron a su lugar.

Luego, hicieron un anuncio en la tienda para disculparse con los niños por haberles quitado su juguete favorito. Los niños aceptaron las disculpas de Tomás y todos aprendieron una valiosa lección sobre compartir y ser considerados con los demás.

Desde ese día, Luna se convirtió en una heroína en la tienda ideal. Su amor por los niños y su determinación para hacer lo correcto inspiraban a todos a ser mejores personas.

Y así, la tienda ideal siguió siendo un lugar mágico lleno de alegría y enseñanzas para todos sus visitantes. Y Luna continuó trabajando allí, ayudando a los niños a encontrar la magia en cada rincón.

FIN.

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