Luna y su Misión



En una pequeña comunidad indígena en lo profundo de la selva latinoamericana, vivía una niña llamada Luna. Luna era conocida por su valentía, sabiduría y amor por su tierra y su gente.

Vestía una falda negra adornada con hermosos bordados coloridos y una blusa blanca que resaltaba su piel morena como el barro fresco.

Un día, Luna decidió reunir a todos los niños del pueblo para hablarles sobre la importancia de cuidar el agua, un recurso vital para todos los seres vivos en la Tierra. Convocó a los niños en la plaza central del pueblo, donde se encontraba un árbol ancestral que había sido testigo de muchas historias a lo largo de los años.

Los niños llegaron curiosos y emocionados por escuchar a Luna, quien comenzó su discurso con voz firme pero cálida:"Niños y niñas, hoy quiero hablarles sobre algo muy importante: el cuidado del agua.

El agua es vida, nos da sustento, nos limpia y nos conecta con la naturaleza que nos rodea. Pero lamentablemente no siempre somos conscientes de lo valiosa que es.

"Los niños escuchaban atentamente mientras Luna les contaba historias de ríos contaminados, animales sedientos y comunidades enteras sin acceso al vital líquido. "¿Qué podemos hacer nosotros para cuidar el agua en nuestro hogar?", preguntó Luna. Los niños levantaron las manos ansiosos por participar:"¡Podemos cerrar bien las canillas para que no goteen!", dijo uno.

"¡Podemos reagarrar el agua de lluvia para regar las plantas!", exclamó otra niña. "¡Podemos usar menos detergente al lavar los platos para no contaminar el agua!", agregó otro niño entusiasmado.

Luna sonrió orgullosa ante las respuestas de los pequeños y les dijo:"Exacto, cada pequeña acción cuenta cuando se trata de cuidar nuestro planeta. Ustedes son el futuro de nuestra comunidad y depende de todos nosotros proteger este tesoro tan preciado que es el agua.

"De repente, mientras seguían conversando bajo la sombra del árbol ancestral, escucharon un ruido proveniente del bosque cercano. Todos voltearon sorprendidos y vieron cómo un grupo de extranjeros llegaba al pueblo trayendo consigo maquinaria pesada e intenciones desconocidas.

Luna supo en ese momento que debía actuar rápido para proteger no solo el agua sino también la armonía de su querida comunidad.

Con valentía e inteligencia guió a los niños hacia un manantial sagrado oculto entre las montañas donde juntos realizaron un ritual ancestral pidiendo protección para sus tierras y aguas. El poderoso mensaje transmitido por los corazones puros e inocentes de los niños resonó en todo el lugar logrando detener a quienes intentaban dañar la naturaleza.

Los intrusos se retiraron dejando atrás solo huellas fugaces en la tierra virgen. Desde aquel día, Luna fue reconocida como una líder indígena valiente e inspiradora no solo en su comunidad sino también más allá de las fronteras invisibles que separan culturas y naciones.

Y así, gracias al coraje y sabiduría de una niña vestida con falda negra y blusa blanca; junto al apoyo incondicional e ingenio creativo de sus jóvenes amigos; se demostró una vez más que juntos podemos lograr grandes cambios si trabajamos unidos por un objetivo común: preservar nuestro hogar terrenal para las generaciones venideras.

FIN.

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