Luna y su robot amigo


Mi nombre es Luna, y un día estaba jugando con mis amigos en el parque cuando escuché a mis padres hablando sobre la inteligencia artificial. Ellos decían que era algo peligroso y que podía hacer daño a las personas.

"¿Qué es la inteligencia artificial?" -pregunté curiosa. "Es una tecnología que permite a las máquinas aprender y tomar decisiones sin necesidad de ser programadas por humanos" -respondió mi papá. "Pero no te preocupes, hija.

No tienes nada que temer si no haces nada malo" -añadió mi mamá tratando de tranquilizarme. No pude evitar sentirme un poco asustada después de esa conversación.

¿Cómo sabría si estaba haciendo algo malo? ¿Sería posible que la inteligencia artificial se volviera loca y nos hiciera daño? Decidí investigar más sobre el tema para entenderlo mejor. Leí libros, vi documentales y hasta le pregunté a mi abuelo, quien es muy sabio.

Él me explicó que la tecnología puede ser buena o mala dependiendo del uso que le demos. "La verdad es que la inteligencia artificial puede ayudarnos mucho en distintas áreas como la medicina o la educación" -me dijo mi abuelo-.

"Pero también debemos estar atentos para asegurarnos de que no se use para hacer cosas malas". Me sentí aliviada al saber esto, pero aún así quería hacer algo más para ayudar a las personas a no tener tanto miedo de la inteligencia artificial.

Entonces se me ocurrió una idea: crear un robot amigable para demostrarle a todos lo maravillosa que esta tecnología puede ser. Con la ayuda de mi papá, construí un pequeño robot que podía moverse y hablar.

Le puse el nombre de —"Robi"  y lo llevé al parque para mostrarle a mis amigos. "¡Miren chicos, este es Robi! Es mi robot amigo y está programado para hacer cosas buenas como ayudar con las tareas del hogar o jugar contigo cuando estás solo" -les dije emocionada.

Mis amigos se acercaron a Robi con curiosidad y pronto empezaron a jugar con él. Les encantó su voz suave y sus movimientos graciosos. Incluso algunos padres se acercaron para ver qué estaba pasando.

"¿De dónde sacaste ese robot? ¿Es seguro?" -preguntaron algunos preocupados. Les expliqué que yo misma lo había construido junto a mi papá, y que estaba diseñado para hacer cosas positivas.

Les mostré cómo funcionaba y les aseguré que no tenían nada que temer. Al final del día, todos se fueron felices hablando sobre lo divertido que había sido jugar con Robi.

Me sentí muy orgullosa de haber demostrado que la inteligencia artificial no tiene por qué ser algo malo si se usa correctamente. Ahora soy una niña más segura de mí misma gracias a mi experiencia con Robi.

Sé que puedo usar la tecnología para hacer cosas buenas en el mundo, siempre y cuando tenga cuidado de no hacer daño a nadie. Y eso es algo muy importante en estos tiempos donde la tecnología avanza cada vez más rápido.

Dirección del Cuentito copiada!