Lunarejo y la misión de las piedras incas
Lunarejo vivía en el hermoso Cusco, rodeado de imponentes montañas y misteriosas ruinas incas. Un día, mientras paseaba por el centro histórico, escuchó una extraña voz que provenía del suelo. Al acercarse, descubrió que podía comunicarse con las antiguas piedras incas. Ellas le encomendaron una importante misión: detener la construcción de un hotel que iba a arruinar el centro histórico de la ciudad.
Lunarejo, emocionado por su nueva responsabilidad, decidió buscar la manera de impedir que el hotel se construyera. Primero, intentó hablar con los arquitectos y empresarios a cargo del proyecto, pero no le prestaron atención. Entonces, decidió buscar la ayuda de sus amigos y vecinos.
-Armamos un plan para detener la construcción del hotel –dijo Lunarejo a sus amigos, mientras las piedras incas le susurraban consejos al oído.
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Los días pasaban, y el hotel seguía en construcción. Pero Lunarejo y sus amigos no se dieron por vencidos. Organizaron una manifestación pacífica en el centro histórico, donde mucha gente se sumó a su causa.
-¡El patrimonio histórico no se vende, se defiende! –coreaban todos juntos, mientras las piedras incas vibraban de emoción.
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La manifestación llamó la atención de los medios de comunicación y, finalmente, el alcalde del Cusco decidió intervenir. Tras escuchar las razones de Lunarejo y su comunidad, tomó la decisión de detener la construcción del hotel y preservar el centro histórico.
Las piedras incas, agradecidas, le susurraron a Lunarejo: -Gracias por escuchar nuestro llamado y proteger nuestra historia. Eres un verdadero guardián del patrimonio.
Lunarejo sonrió, sabiendo que, con la ayuda de sus amigos y el apoyo de su comunidad, había logrado proteger el hermoso centro histórico del Cusco, asegurando que las futuras generaciones pudieran seguir disfrutando de su belleza y magia.
FIN.