Lupita y el Misterio de su Edad
Había una vez una niña llamada Lupita, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas y bosques mágicos. Cada tarde, después de terminar sus tareas escolares, salía a jugar con sus amigos a la plaza del pueblo.
Un día, mientras estaba en el parque, sus amigos Pedro y Sofía comenzaron a hablar sobre sus edades.
"Tengo nueve años, ¿y ustedes?" - dijo Pedro, muy orgulloso.
"Yo tengo ocho" - respondió Sofía con una gran sonrisa.
"¿Y vos, Lupita?" - preguntaron al unísono.
Lupita se quedó pensativa, mirando el cielo despejado.
"No sé, me parece que soy un poco mayor que ustedes, pero..." - dijo lentamente mientras trataba de resolver el enigma en su mente.
De pronto, recordó algo que había aprendido en la clase de matemáticas: las edades.
"Mmm… hace cinco años, si no me equivoco, yo tenía la mitad de la edad que tendré en siete años. ¡Eso es un misterio!" - exclamó Lupita emocionada.
"¿Cómo es eso, Lupita?" - preguntó Sofía, intrigada.
Lupita se sentó en un banco del parque y empezó a explicar.
"A ver, si supongo que tengo X años ahora, eso significa que hace cinco años tenía X - 5... y que dentro de siete años tendré X + 7. Entonces, hace cinco años, era la mitad de la edad que tendré en ese futuro".
Pedro se rascó la cabeza.
"Entonces, tenés que igualar las dos situaciones, ¿no?"
—"Exacto" - contestó Lupita "Es como un juego de adivinanza".
Así que empezó a escribir en un papel:
- Si hace cinco años tenía X - 5, entonces:
X - 5 = 1/2 * (X + 7).
Los amigos de Lupita miraban con atención.
"¿Y ahora qué?" - preguntó Sofía emocionada.
Lupita continuó con su resolución.
"Multiplicamos por dos para eliminar la fracción: 2 * (X - 5) = X + 7." - dijo.
"Esto nos da: 2X - 10 = X + 7."
Pedro comenzó a llorar:
"No quiero matemáticas, ¡esto es muy complicado!"
"¡No, no, no! No llores, Pedro. ¡Es solo un rompecabezas! Así que seguimos: Restamos X de ambos lados: 2X - 10 - X = 7. Entonces, tenemos X - 10 = 7." - explicó Lupita, cada vez más emocionada.
Lupita se sentía muy interesada.
"Así que sumamos 10 a ambos lados y nos queda X = 17. ¡Entonces tengo 17 años!" - exclamó.
"¡Qué grande, Lupita!" - dijo Sofía, sorprendida.
"Pero ¿no es un poco mayor que nosotros?" - acotó Pedro.
"Sí, pero eso significa que tenemos que aprender más para alcanzar su edad en experiencia y sabiduría" - añadió Sofía.
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Los tres amigos comenzaron a hablar sobre los sueños y metas que querían alcanzar, mientras disfrutaban del sol del atardecer.
"Yo quiero ser astronauta y conocer la luna" - dijo Pedro, iluminando sus ojos.
"Y yo quiero ser veterinaria y cuidar a los animales" - comentó Sofía con mucha ilusión.
"Y yo quiero escribir un libro sobre mis aventuras" - dijo Lupita, sonriendo.
Así, cada uno de esos sueños se convirtió en una meta que les daría motivación para aprender y crecer.
"Siempre hay un camino para seguir y aprender, sin importar la edad que tengamos" - dijo Lupita, y sus amigos asintieron, emocionados.
Desde aquel día, cada vez que se reunían, hablaban sobre lo que habían aprendido, las nuevas palabras, las historias que querían contar y cómo podían ayudar a los demás.
Lupita se sentía feliz, no solo porque había resuelto el misterio de su edad, sino porque había entendido que la verdadera magia de la vida estaba en compartir conocimientos y sueños con sus amigos.
Así, cada día se convertía en una nueva aventura, rodeada de risas, enseñanzas y el profundo deseo de aprender cada vez más, sin importar la edad que tuvieran.
Fin.
FIN.