Lupito y la paz en el bosque


Había una vez un hermoso bosque donde vivían muchas liebres. Eran rápidas, juguetonas y siempre estaban llenas de energía.

Sin embargo, en ese mismo bosque vivía un lobo llamado Lupito, quien siempre estaba hambriento y buscaba constantemente algo para comer. Un día soleado, mientras las liebres saltaban y jugaban en la pradera, el lobo Lupito las observaba desde lejos con sus ojos brillantes y su lengua babeante.

Las liebres notaron al lobo acercarse lentamente y rápidamente se escondieron detrás de los arbustos. -¡Oh no! ¡Es Lupito! -dijo Lila, una de las más valientes liebres-. Tenemos que encontrar una forma de mantenerlo alejado de nosotros. Las demás liebres asintieron con miedo.

Entonces, Lucas, el líder del grupo, tuvo una idea brillante. -Chicos, escuchen todos -dijo Lucas-. Si trabajamos juntos como equipo inteligente, podemos engañar a Lupito y evitar que nos atrape. ¿Están listos? Las liebres asintieron emocionadas por la propuesta de Lucas.

Juntas comenzaron a planear cómo engañar al astuto lobo.

Al día siguiente, cuando Lupito apareció nuevamente en la pradera esperando atrapar a alguna liebre despistada para cenar, se encontró con algo inesperado: todas las liebres estaban sentadas en círculo sosteniendo florecitas silvestres en sus patas delanteras. -Hola Lupito -dijeron todas las liebres al unísono-. Hoy estamos celebrando el día de la paz en el bosque.

¿Te gustaría unirte a nosotros? Lupito, sorprendido por la amabilidad de las liebres, se acercó lentamente y preguntó:-¿El día de la paz? ¿Qué es eso? Las liebres explicaron que ese día era especial para promover el amor y la armonía entre todos los animales del bosque.

-Yo nunca he participado en algo así -dijo Lupito-. Siempre me han dicho que soy malo y peligroso. Las liebres se miraron entre sí con compasión y decidieron darle una oportunidad al lobo. -Lupito, te invitamos a sentarte con nosotros -dijo Lucas-.

Permítenos mostrarte que también puedes ser parte de este hermoso día. Lupito dudó al principio, pero finalmente aceptó. Se sentó junto a las liebres y comenzaron a compartir historias divertidas y canciones alegres.

El lobo se dio cuenta de lo maravillosa que era la compañía de las liebres y cómo podían disfrutar juntos sin hacerse daño. Desde ese día, Lupito dejó de perseguir a las liebres en busca de comida. En cambio, se convirtió en su amigo protector.

Las liebres confiaban en él porque sabían que había cambiado su forma de ser gracias al amor y la amistad que habían compartido con él. Y así, el bosque vivió en paz durante mucho tiempo.

Las liebres saltaban felices sin temor al lobo Lupito porque sabían que ahora eran amigos inseparables. Y cada año, celebraban el día de la paz recordando cómo una amistad inesperada cambió sus vidas para siempre.

Y colorín colorado, este cuento de las liebres y el lobo ha terminado.

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