Luz, el pájaro aventurero
Había una vez en el bosque de Tilarán un pequeño pájaro llamado Luz. Desde que salió del nido de su mamá, Luz se había dado cuenta de que el mundo estaba lleno de maravillas por descubrir. Tenía plumas de un hermoso color azul y un pico amarillo que brillaba bajo el sol. A Luz le encantaba volar entre las ramas y cantar con sus amigos, pero había un problema: no quería dormir la siesta como le decía su mamá.
Un día, mientras todos los pajaritos de su alrededor se acomodaban en sus nidos para descansar, Luz miró por la ventana de su pequeño árbol.
"¡Pero miren todo lo que hay para explorar!" - les dijo a sus amigos.
"Luz, tenés que dormir la siesta. Es importante para crecer y tener energía para jugar después" - le respondió Sole, una pequeña golondrina.
"No quiero! Hay demasiadas cosas que hacer! Primero voy a descubrir el lago brillante" - exclamó Luz.
Así que, sin más, salió volando en dirección al lago. Sus amigos, aunque preocupados, decidieron dejarla ir.
Al llegar al lago, Luz se quedó maravillada. El agua reflejaba un azul profundo y había flores de mil colores en las orillas. Mientras exploraba, encontró un grupo de mariposas que danzaban sobre las flores.
"¡Hola, mariposas!" - saludó repentinamente Luz. "¿Puedo jugar con ustedes?"
Las mariposas, encantadas con la idea, comenzaron un juego de carreras alrededor del lago. Luz se sintió feliz y llena de energía, pero poco a poco empezó a notar que sus alas se sentían pesadas.
"¿Por qué estoy tan cansada?" - se preguntó mientras trataba de seguir a las mariposas.
Pero las mariposas, con sus alas llenas de brillo, se adelantaron. Luz intentó seguirlas, pero pronto se dio cuenta de que había volado demasiado lejos y se sentó en una roca para descansar.
Mientras reposaba, Luz vio a un viejo búho en un árbol cercano.
"Hola, pequeño pájaro. ¿Por qué no vuelas?" - le preguntó el búho.
"Estoy cansada. Jugué demasiado y ahora no puedo seguir" - contestó Luz con sus ojos entrecerrados.
"Te lo voy a decir con sinceridad. Todos los seres vivos necesitan descansar para tener energía, incluso tú, Luz. La siesta es parte de crecer y explorar mejor" - le explicó el búho.
Luz recordó lo que su mamá siempre decía. Las palabras del búho resonaron en su cabezita.
"Pero no quiero perderme de nada!" - protestó Luz.
El búho sonrió. "Hay un tiempo para explorar y otro para descansar. Sin el descanso, nunca tendrás la energía que necesitas para disfrutar de tus aventuras. Solo tienes que encontrar un equilibrio."
Luz decidió tomar el consejo del viejo búho.
"Está bien, voy a dormir un ratito, pero después seguiré explorando el lago, prometido" - dijo Luz, acomodándose en la roca.
Mientras se quedaba dormida, soñó con el lago, las mariposas y todo lo que podría descubrir. Cuando despertó, el sol estaba brillante y se sentía renovada. Al mirar a su alrededor, vio a las mariposas esperándola.
"¡Luz! Estábamos preocupadas por vos!" - dijeron las mariposas.
"Lo siento, necesitaba descansar. Pero ahora estoy lista para jugar de nuevo!" - exclamó Luz con una sonrisa.
Desde ese día, Luz aprendió que las siestas eran importantes. Así podía disfrutar al máximo de sus aventuras. Regresó a su nido y se lo contó a sus amigos, quienes también decidieron que estaba bien descansar un poco antes de volver a jugar.
Y así, Luz vivió feliz, explorando el bosque, disfrutando del lago brilloso y jugando con sus amigas, siempre recordando la importancia de equilibrar la aventura con el descanso.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.