Luz en el Bosque
Había una vez un mágico bosque llamado Luminoso, donde los árboles susurraban al viento y los animales jugaban felices. En este bosque, la comida nunca escaseaba. Frutas, verduras y un sinfín de delicias crecían en cada rincón. Sin embargo, un día, un extraño problema comenzó a atormentar a los habitantes del bosque. Las frutas empezaron a desaparecer y la comida se volvía escasa.
Los animales decidieron convocar una reunión en el claro del bosque. Allí estaban la sabia tortuga Tula, el astuto zorro Zorro y la curiosa ardilla Susi.
- Tula, ¿qué crees que está pasando? - preguntó Susi, moviendo su cola inquieta.
- No lo sé, pero necesitamos encontrar la razón de esta escasez. - respondió Tula, con una voz calmada.
Zorro, que siempre estaba dispuesto a investigar, se ofreció a explorar el bosque.
- ¡Los acompañaré! Tal vez pueda encontrar alguna pista. - dijo, con una sonrisa pícara.
Así que los tres amigos se aventuraron más allá de su hogar, adentrándose en la parte más densa del bosque, donde la luz del sol apenas lograba filtrarse entre las hojas. Cuando llegaron a un claro oscuro, encontraron algo increíble: un enorme árbol con un gran agujero en su tronco.
- Miren eso. - dijo Susi, señalando el agujero. - ¡Parece que algo vive allí!
- Yo creo que sí. - contestó Tula, intrigada. - Debemos acercarnos con cuidado.
Justo cuando se acercaron, un pequeño ciervo apareció, visiblemente asustado.
- ¡Ayuda! - gritó el ciervo. - ¡He perdido mi hogar y no puedo encontrar comida!
- ¿Cómo perdiste tu hogar? - preguntó Zorro, mostrando su lado amable.
- Mi madre y yo nos perdimos en la oscuridad de la noche y ahora no sé cómo volver. Además, no hay comida en ninguna parte. - respondió el ciervo con lágrimas en los ojos.
Los amigos se miraron entre sí, sintiendo una fuerte empatía por el pequeño ciervo.
- No te preocupes, vamos a ayudarte. - dijo Tula con determinación. - Primero, debemos encontrar luz para iluminar el camino y después buscar la comida para ti.
Así, Tula, Zorro y Susi decidieron seguir al ciervo. Pero, a medida que caminaban, el suelo comenzó a temblar y ruidos extraños resonaron en el aire.
- ¡Qué ruidoso! - murmuró Susi, mirando a su alrededor con preocupación.
- Tal vez haya algún peligro cerca. - dijo Zorro, manteniéndose alerta.
El ciervo, asustado, se encogió entre Tula y Susi.
- No se preocupen, estoy aquí. - dijo Tula con voz tranquilizadora. - Si trabajamos juntos, encontraremos la forma de salir de este lugar.
Continuaron su camino, y llegaron a un arroyo brillante donde la luz del sol se reflejaba en el agua. Allí encontraron unas piedras brillantes.
- ¡Miren estas piedras! - exclamó Susi. - Podrían ayudarnos a iluminar el camino.
Zorro tomó una piedra y la sostuvo frente a ellos.
- ¡Eureka! Con estas piedras, podremos guiarnos por el bosque. - dijo emocionado.
Armados con las piedras brillantes, siguieron avanzando, guiando al ciervo al mismo tiempo que recolectaban plantas y frutos que encontraban por el camino.
Finalmente, llegaron a un claro donde brillaba la luz como nunca antes. Allí, vieron a la madre del ciervo.
- ¡Mamá! - gritó el ciervo, corriendo hacia ella.
- ¡Oh, querido! ¡Te encontré! - exclamó la madre, abrazando a su pequeño.
Los tres amigos observaron con alegría el reencuentro del ciervo con su madre.
- Gracias por ayudar a mi hijo, amigos. - dijo la mamá ciervo, con gratitud. - Por su valentía, les prometo que jamás faltará comida en su bosque.
Los animales mostraron su agradecimiento a la mamá ciervo, y al regresar a su hogar, pudieron ver que la luz brillaba más que nunca en el bosque Luminoso. La comida, además, comenzó a florecer por todos lados.
- ¡Lo hicimos! - exclamó Susi, moviendo su cola entusiasmada.
- Todo porque trabajamos juntos. - dijo Zorro, colocando su pata sobre la de Tula con una gran sonrisa.
- Y aprendimos que siempre hay manera de encontrar la solución a los problemas si colaboramos. - agregó Tula, mirando a sus amigos con cariño.
Desde ese día, el bosque nunca volvió a ser el mismo. La luz brillaba más intensamente y la deliciosa comida siempre estaba a la vista. Los amigos habían aprendido la importancia de ayudarse mutuamente y de ser solidarios, convirtiéndose en los verdaderos guardianes del bosque Luminoso.
FIN.