Luz en la Oscuridad



Era un día cualquiera y, como a muchas familias, a Sofía le emocionaba visitar el nuevo centro comercial que había abierto en el barrio. Con su mamá, recorrieron las tiendas, compraron caramelos y juguetitos, y hasta probaron las nuevas hamburguesas del patio de comidas. Pero cuando Sofía se distrajo mirando un escaparate lleno de muñecas de colores, su mamá se fue sin querer.

- ¡Mamá! - gritó Sofía, pero no había respuesta.

Con el corazón acelerado, comenzó a buscarla por todo el centro comercial. Sin embargo, cuando nuestros amigos del reloj marcaron la hora de cierre, las luces empezaron a apagarse una a una y, de pronto, la puerta se cerró con un estruendo. Sofía estaba sola.

- ¿Hola? - preguntó, con un hilo de voz. El eco de su propia voz la respondió.

Desesperada, Sofía decidió encontrar una salida. Con cada paso que daba, sentía que la oscuridad se iba apoderando del lugar. Pero mientras caminaba por los pasillos vacíos, notó algo extraño... Todos los escaparates estaban llenos de criaturas nocturnas.

- ¡Hola pequeña! - dijo un pequeño ser de ojos grandes y brillantes, asomándose detrás de un peluche gigante.

Sofía se sobresaltó. Sin embargo, la curiosidad pudo más que el miedo. - ¿Quién... quién eres?

- Soy Bubi, el guardián nocturno de este lugar. - contestó el ser, con una voz suave y risueña. - No tengas miedo, aquí solo estamos nosotros, los que cuidamos de los sueños de los niños.

Sofía frunció el ceño. - ¿De los sueños? ¿Y por qué estoy sola aquí?

- Ah, eso tiene que ver con que muchos niños se olvidan de irse a casa cuando la diversión acaba. Pero no te preocupes, vamos a ayudarte a volver. - dijo Bubi, guiando a Sofía con su pequeña y brillante mano.

Mientras recorrían el centro comercial que parecía transformarse bajo la luz nocturna, Sofía vio a otras criaturas: unas parecían enormes peluches con alas, otras eran flores que hablaban y reían, e incluso había un dragón que escupía burbujas en vez de fuego.

- ¡Son mágicas! - exclamó Sofía, entusiasmada. - ¿Puedo jugar un rato?

- Claro. Pero primero, debemos conseguir un mapa de salida. - respondió Bubi. - Te enseñaré cómo se juega aquí.

Así empezaron una serie de juegos y acertijos donde Sofía tenía que usar su ingenio para desbloquear puertas secretas que las criaturas habitaban. Cada vez que resolvía un acertijo, una luz encendía el pasillo y una nueva criatura se unía a ellos.

- ¡Bravo! ¡Sofía, eres una genia! - la animaban al unísono.

Con cada desafío superado, Sofía se dio cuenta de que había aprendido a pensar de manera diferente y a no tener miedo. Finalmente, llegaron a la puerta de salida, pero estaba cerrada con un candado brillante.

- Para abrirla, tienes que contarnos tu sueño más grande - dijo un dragón burbujeante, robándole la atención.

Sofía pensó por un momento, acariciando su muñeca favorita. - Quiero ser artista, quiero que mis dibujos llenen de colores el mundo.

Una suave luz brilló del candado, y este se abrió de par en par. La puerta se abrió, y allá afuera estaba la brisa fresca de la noche.

- ¡Lo lograste! - gritaron todos los seres. - Siempre recuerda, los sueños son la luz que ilumina la oscuridad. Nunca dejes de perseguirlos.

Sofía sonrió, sabiendo que siempre llevaría a esos amigos en su corazón. Con un último vistazo al mágico centro comercial, prometió volver a visitar. Salió a la noche, lista para compartir su aventura con su mamá.

Desde aquel día, cada vez que se sentía perdida o sola, Sofía recordaba a sus amigos nocturnos y la luz que llevaban en su interior para seguir persiguiendo sus sueños.

FIN.

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