Luz en la Selva



Era un hermoso día de verano cuando la familia Pérez se embarcó en un avión. Estaban muy emocionados por su viaje a una isla tropical, llena de palmeras y aventuras. Sin embargo, durante el vuelo, un fuerte viento azotó el avión y, de repente, una turbulencia inesperada los hizo perder el control.

- ¡Sujétense! - gritó el piloto mientras todos los pasajeros se aferraban a sus asientos.

El avión cayó rápidamente y, tras un estruendo ensordecedor, se estrelló en una densa selva. La familia Pérez salió ilesa, gracias a los cinturones de seguridad, pero en medio del caos, una de las integrantes, la pequeña Sofía, quedó atrapada entre algunos matorrales y quedó separada de sus padres y su hermano mayor, Lucas.

- ¡Mamá! ¡Papá! - gritó Sofía, pero el ruido de los árboles rompiéndose y las sirenas que se escuchaban a lo lejos le impedían escuchar la respuesta de su familia.

Sofía se levantó, abrazando su muñeca, y decidió que no podía quedarse alli. Si se quedaba quieta, probablemente nadie la encontraría. Con valentía, comenzó a caminar por la selva.

Mientras tanto, sus padres y Lucas estaban en busca de Sofía.

- ¡Sofía! - llamaban con desesperación al ver que su pequeña no estaba a su lado.

- ¡Estamos aquí! - gritó Lucas, tratando de guiar a sus padres hacia el lugar donde escuchó los gritos de su hermana.

Aventurándose en la espesa vegetación, Sofía encontró un camino y decidió seguirlo. Se encontró con un grupo de simpáticos monos.

- ¡Hola! - dijo uno, colgando de una rama. - Te ves perdida, ¿quieres ayuda?

- ¡Oh, sí! - respondió Sofía emocionada. - Estoy buscando a mi familia.

Los monos, al ver su tristeza, decidieron ayudarla.

- Ven con nosotros, te llevaremos a un lugar donde puedas ver más lejos - dijo otro mono, aventurándose hacia el claro de la selva.

Mientras tanto, Lucas y sus padres continuaban buscando. De repente, Lucas se detuvo.

- Escuchen, creo que oigo monos. - les dijo.

- ¡Vamos! - dijo su madre enérgicamente, deseando que Sofía estuviese con ellos.

En el claro, Sofía miraba a su alrededor, intentando recordar cómo se veía el avión desde el cielo.

- ¡Sofía! - escuchó de pronto. Era la voz de su hermano.

- ¡Lucas! - gritó ella emocionada, pero la selva resonaba con nuevos sonidos, y a Sofía le costaba ubicar de dónde provenía la voz.

El grupo de monos hizo una señal a Sofía.

- Si saltas sobre ese tronco, podrás ver mejor. - le dijeron.

Sofía, decidida, saltó y alcanzó a ver a Lucas que venía corriendo hacia ella.

- ¡Sofía! - la abrazó fuertemente. - Te encontré. ¡Estábamos tan preocupados!

- Me ayudaron unos monos amigos. - dijo Sofía, sonriendo.

Aprovechando la oportunidad, los monos mostraron a Lucas y a Sofía cómo regresar al camino de los padres. Siguiendo con cuidado las indicaciones de sus amigos de pelaje, lograron salir de la selva.

Finalmente, llegar a un claro donde sus padres estaban.

- ¡Sofía! - gritaron al unísono, abrazando a sus hijos.

La familia se reunió, y en ese momento, un helicóptero sobrevoló el área.

- ¡Miren! - exclamó el padre, señalando al cielo. - ¡Es un equipo de rescate!

Los monos comenzaron a hacer ruido y saltar, como si supieran que ellos los habían ayudado a reunirse. Dos hombres del helicóptero aterrizaron y les dijeron que habían estado comunicados con la torre de control, quienes habían recibido las señales de la accidentada.

- Están a salvo, sigan a los monos! - dijo uno de los rescatistas.

Esa fue una gran aventura para la pequeña Sofía, que aprendió que, aunque se siente perdida, la valentía y la amistad siempre pueden guiar el camino de regreso a casa. La familia Pérez nunca olvidó esa experiencia, y cada vez que pensaban en ella, sonreían al recordar a sus monos amigos.

FIN.

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