Luz y el Reino del Caos



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Armonía, una niña llamada Luz. Desde muy pequeña, Luz había aprendido de su mamá que el orden era esencial en la vida. A ella le encantaba tener todo en su lugar: los juguetes en sus cajas, los libros ordenados por colores y hasta los lápices bien alineados en su escritorio.

Un día, Luz decidió salir a pasear por el bosque que rodeaba su pueblo. Se había preparado meticulosamente: llevaba en su mochila una brújula, un mapa y unas galletitas que había organizado por sabores. Mientras caminaba, escuchó un fuerte ruido que provenía de detrás de unos árboles.

- ¿Qué será eso? - se preguntó, acercándose con cautela.

Para su sorpresa, descubrió un pequeño dragoncito de colores brillantes que estaba tratando de organizar sus juguetes en un revuelo de hojas y ramas. El dragón se llamaba Ciro y estaba muy frustrado porque todo estaba desordenado.

- ¡Ayuda! No puedo encontrar mi pelota de fuego entre tanto lío - exclamó Ciro con una voz temblorosa.

- No te preocupes, Ciro - respondió Luz con una sonrisa. - El orden es fundamental. Si agrupamos los juguetes por tipo, seguro que encontraremos tu pelota más rápido.

Juntos, comenzaron a clasificar todos los juguetes. Luz organizó los pelotas en una canasta, los rompecabezas en otra y los muñecos en un rincón.

- ¡Qué bien! Ahora todo se ve mucho mejor - dijo Ciro emocionado.- Pero aún necesito encontrar mi pelota de fuego.

Luz observó detenidamente y recordó cómo había aprendido a buscar por categorías. Le pidió a Ciro que le mostrara sus pelotas. Una vez que las alinearon, la pelota de fuego estaba justo al lado de una pelota de agua y otra de viento.

- ¡Aquí está! - gritó Ciro, saltando de alegría. - Pero, Luz, yo creía que el desorden era divertido.

- A veces puede parecerlo, Ciro, pero yo creo que el orden hace las cosas más fáciles. Por ejemplo, si tenemos todo organizado, podemos jugar más rápido.

Ciro meditó un rato, pero justo en ese momento, un temporizador mágico que tenía en su bolsito comenzó a sonar.

- ¡Oh no! Ye Era el tiempo para el festival del hexaño en el otro lado del bosque! - dijo Ciro.

- ¿Festival? - preguntó Luz. - ¿Y no vas a llegar si no encuentras todo a tiempo?

- ¡Claro que sí! - respondió Ciro con los ojos muy abiertos. - Pero aún tengo que ordenar mi casa. No quiero que todos piensen que soy desordenado.

- ¿Y si te ayudo a organizarlo? Aceleremos el trabajo y así podremos ir juntos al festival - sugirió Luz.

Ciro asintió ilusionado, y juntos se pusieron a trabajar en un verdadero circuito de organización. En un abrir y cerrar de ojos, su lugar estaba ordenado y todo brillaba. Finalmente, se colocaron las últimas cosas en su lugar justo a tiempo.

- ¡Listo, Ciro! - dijo Luz, mirando el reloj. - Ahora sí, vamos que el festival nos espera.

Al llegar a la celebración, Luz se dio cuenta de que aunque había muchos juegos desordenados, había una sección donde todo estaba bien organizado. Allí, los niños estaban disfrutando al máximo, buscando cada juego con facilidad.

- ¡Esto es increíble! - exclamó Luz mientras miraba a su alrededor. - ¡El orden ayuda a todos a disfrutar más!

- Ahora veo por qué el orden es importante, gracias, Luz - dijo Ciro mientras tomaban un refresco. - ¡Esto es mucho más divertido!

Y así, Luz y Ciro disfrutaron del festival, compartiendo risas y juegos, con todo en su lugar y el corazón lleno de alegría. Luz comprendió que, aunque el orden era fundamental, disfrutar y tener buenos amigos era aún más importante.

FIN.

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