Luz y su Poder de Ver Verdades



Había una vez una niña llamada Luz, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Luz era curiosa y siempre hacía preguntas. Le encantaba leer libros sobre aventuras y explorar el mundo que la rodeaba. Un día, mientras paseaba por el bosque, encontró un brillante cristal que emitía una luz suave y melodiosa. Sin pensarlo dos veces, lo tocó y, de repente, sintió una energía recorrer su cuerpo.

Luz volvió a casa y se dio cuenta de que algo había cambiado. Cuando su hermana mayor, Clara, le dijo:

"No podés salir a jugar porque hace frío, te vas a resfriar."

Luz sintió que una chispa de energía la rodeaba. En ese momento, se le ocurrió algo.

"Clara, ¡eso no es cierto! El frío no causa resfríos, los virus son los que nos enferman."

Clara la miró sorprendida.

"¿Y cómo sabés eso?"

"No tengo idea, pero de alguna manera, lo sé. ¡Puedo ver fallas en los argumentos!"

A partir de ese momento, Luz comenzó a usar su nuevo poder. En el colegio, durante la clase de ciencias, su profesor, el Sr. Rossi, dijo:

"No debés comer dulces, porque eso solo engorda."

Luz levantó la mano y dijo:

"Pero, Sr. Rossi, no todas las personas engordan por comer dulces, depende de muchos factores como la genética y la actividad física."

El Sr. Rossi sonrió, notando que su argumento estaba incompleto:

"Tienes razón, Luz, gracias por recordármelo."

Poco a poco, Luz se hizo conocida como la niña que identificaba fallas en los argumentos. Sus amigos la buscaron para ayudarles a resolver sus problemas. Un día, invitaron a Luz a una reunión para discutir un club de lectura.

"Luz, pensamos que deberíamos leer solo cuentos de hadas, porque son los más interesantes."

"¿Eso es un hecho? Hay muchas otras historias interesantes que podríamos leer. No deberíamos limitarnos."

Todos miraron a Luz, sorprendidos:

"Tienes toda la razón. ¿Qué libros nos recomiendas?"

Luz les propuso leer una variedad de historias y todos se pusieron de acuerdo. Sin embargo, no todo fue fácil para Luz. Un día, un grupo de niños se burló de ella, diciéndole:

"Eres rara, solo hablas de argumentos y cosas aburridas."

Luz sintió que su corazón se encogía. Sin embargo, decidió no rendirse. Se acercó a ellos y les dijo:

"Entiendo que pueda parecer aburrido, pero en realidad es divertido pensar y debatir. ¿Por qué no hablamos sobre lo que pensamos juntos?"

Los niños se miraron entre sí.

"Suena más divertido, Luz. Contanos qué pensás."

Así, Luz logró ganar su respeto y poco a poco, los niños se unieron a su modo de pensar. A medida que pasaba el tiempo, Luz comprendió que no solo tenía un poder especial, sino que podía inspirar a otros a pensar críticamente.

Un día, el pueblo decidió organizar una feria donde cada niño debía presentar algo especial. Luz pensó que sería una gran oportunidad para compartir su don. Preparó una presentación sobre cómo identificar fallas en los argumentos y la importancia de pensar críticamente. En la feria, muchos niños se acercaron a escucharla:

"Luz, ¿podés contarnos más sobre tu poder especial?"

Con una sonrisa, Luz explicó cómo su habilidad había cambiado su perspectiva y ayudado a sus amigos:

"Ver las fallas no es solo cuestión de tener razón, sino de comprender mejor al otro y aprender juntos."

Al final de la feria, muchos niños empezaron a hacer preguntas, debatir y compartir ideas. Luz sintió una inmensa felicidad al ver cómo su pasión por la verdad había contagiado a todos. Desde ese día, la niña que podía identificar fallas no solo inspiró a sus amigos, sino a todo el pueblo.

Luz aprendió que su superpoder era mucho más que ver lo incorrecto: se trataba de ayudar a otros a pensar, a cuestionar y a respetar diferentes opiniones. Y así, junto a sus amigos, siguió promoviendo la curiosidad y el pensamiento crítico, convirtiéndose en una verdadera heroína de su comunidad.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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