Mabel y el Misterio de las Nueces Perdidas



En un pequeño pueblo de Oregon, vivía Mabel, una niña de 12 años con una curiosidad infinita y un espíritu aventurero. Cada día, después de la escuela, Mabel se aventuraba al bosque cercano en busca de nueces. Pero no estaba sola, su fiel mascota, un cerdito llamado Pato, la acompañaba en todas sus expediciones.

Una mañana soleada, Mabel y Pato decidieron dirigirse al bosque con la esperanza de recoger la mayor cantidad de nueces posibles. Mientras caminaban, Mabel dijo:

"Pato, hoy creo que vamos a encontrar la mayor cosecha de nueces de toda nuestra vida".

Pato, emocionado, hizo un pequeño ruido y correteó a su alrededor, listo para ayudar.

Como siempre, Mabel estaba atenta a los pequeños detalles. Mientras recolectaba nueces, notó algo extraño: varios árboles que solían tener nueces se veían completamente vacíos.

"Es raro, Pato. Recuerdo que aquí había muchas nueces. ¿Dónde se habrán ido?" Mabel frunció el ceño, intrigada por el misterio.

Decidió investigar. Juntos, siguieron marcas en el suelo que parecían huellas de algún animal.

"¿Crees que sea un ardilla muy glotona?" preguntó Mabel mientras seguía las huellas.

"O quizás un grupo de ardillas que conspiraron juntas" dijo Mabel bromeando, y Pato le contestó con un suave grunido.

Las huellas los llevaron más y más profundo en el bosque. Cada vez que encontraban nuez caídas, Mabel las recopilaba en su canasta. Pero a medida que avanzaban, se dieron cuenta de que las huellas se volvían más extrañas; eran más grandes y profundas.

"Esto ya no parece de ardillas. Tal vez sea un jabalí" dijo Mabel con un tono serio.

"Pato, ¿estarías dispuesto a enfrentar a un jabalí?" Pato retrocedió un poco, pero luego se acercó valientemente a Mabel.

Finalmente, llegaron a un claro en el bosque. Allí, a su sorpresa, encontraron un puente de troncos que cruzaba un pequeño arroyo. Y al otro lado del puente había un grupo de enormes jabalíes mirando hacia ellos. Mabel se dio cuenta de que los jabalíes estaban protegiendo sus propias provisiones de nueces, acumuladas a su alrededor.

"¡Vaya! No quería que nos lleváramos sus nueces, Pato" dijo Mabel, dándose cuenta de que la onda de caza de nueces no era tan simple como ella pensaba.

Decidió que debían tener una conversación con los jabalíes. Antes de cruzar el puente, Mabel se sentó en una piedra y respiró hondo.

"No podemos hacerlo solos. Debemos buscar ayuda. Quizás los niños del pueblo tengan ideas" le dijo Mabel a Pato.

Decidida a actuar, la niña llevó a Pato de vuelta al pueblo. Se reunió con sus amigos y explicó el dilema.

"Si los jabalíes necesitan esas nueces, quizás podamos ayudar a recolectar más y compartir" sugirió uno de los chicos.

"¡Esa es una gran idea!" exclamó Mabel.

Juntos, empezaron a recolectar nueces de los árboles que aún producían. Al siguiente día, regresaron al claro con sus canastas llenas. Mabel habló con los jabalíes:

"Hola, grandes amigos. No queremos quitarles sus nueces. Hemos traído un montón para compartir".

Los jabalíes miraron a los niños con curiosidad y, al ver la buena intención, se acercaron lentamente. Pronto, se pasó de la desconfianza a una amena charla. Los niños y los jabalíes se pusieron de acuerdo: los jabalíes cuidarían el área del bosque mientras los chicos se aseguraban de que siempre hubiera nueces suficientes para todos.

Mabel se sintió feliz y alimentada de una gran satisfacción.

"Creo que hemos solucionado este misterio juntos, Pato" le dijo, acariciando su pancita.

"Siempre es bueno ayudar y compartir", respondió ella recordando lo que habían aprendido.

Desde entonces, todos los años, Mabel y Pato, junto a sus amigos, fueron al bosque a recolectar nueces no solo para ellos, sino también para los jabalíes, creando una hermosa amistad y cuidando de la naturaleza. Y así, el pequeño pueblo de Oregon no solo vivió en armonía, sino que también aprendió el valor de la colaboración y de vivir en equilibrio con el entorno.

La aventura de Mabel y Pato se convirtió en una historia legendaria, enseñando a todos que, trabajando juntos, siempre se puede resolver un misterio.

FIN.

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