Mafe y el colegio José Domingo Buscan



Mafe era una universitaria llena de sueños que llegó al colegio José Domingo Buscan para realizar sus prácticas. Era un lugar especial donde los niños, sin importar sus habilidades, aprendían y jugaban juntos. Al llegar, se sintió nerviosa, pero estaba decidida a dar lo mejor de sí.

La psicóloga del colegio, la Dra. Ana, la recibió con una sonrisa.

"Hola, Mafe. Bienvenida. Aquí tendrás la oportunidad de aprender mucho y ayudar a los niños."

"Gracias, Dra. Ana. Estoy emocionada por conocer a los chicos."

Apenas vio a los niños, Mafe se mostró entusiasta. Conoció a Lucas, un pequeño que usaba silla de ruedas, y a Sofía, una niña que no hablaba pero comunicaba a través de dibujos. Cada niño tenía su propia historia, y Mafe se dedicó a escucharlas.

Un día, Mafe organizó un taller de arte.

"¡Chicos! Hoy haremos una mural. Cada uno podrá aportar algo, ¿se animan?"

Los niños sonrieron y comenzaron a trabajar. Lucas pintaba con ayuda de su pincel adaptado, mientras que Sofía dibujaba en hojas para compartir sus ideas.

La Dra. Ana observaba con atención.

"Esto es espectacular, Mafe. Estás dando a los chicos una voz a través del arte."

Mafe se sintió emocionada. Pero todo cambió cuando un grupo de padres llegó preocupados a hablar con la dirección.

"Mis hijos no están aprendiendo lo suficiente. Necesitamos más atención en el aula. No estoy seguro de que este método funcione."

Los maestros se reunieron y discutieron la situación. Mafe dudó sobre lo que debería hacer. "Quizás debemos replantear la forma en que enseñamos para que todos se sientan incluidos."

La directora del colegio, la Sra. Melina, escuchó a Mafe.

"Tienes razón, Mafe. Tal vez deberíamos tener una reunión con los padres y hablar sobre la importancia de la inclusión."

Así fue como se organizó una reunión. "Queremos mostrarles cómo sus hijos están aprendiendo a su manera. Juntos, podemos hacer que cada uno se sienta más cómodo y feliz en el aula."

Los padres se mostraron escépticos, pero Mafe y la Sra. Melina estaban decididas a demostrarlo. Prepararon una jornada abierta donde los padres podían observar las actividades, incluido el taller de arte.

El día del evento, los padres comenzaron a llegar.

"No sé si esto será útil", dijo un padre al ver a su hijo jugar con bloques. Pero a medida que la jornada avanzaba, las dudas empezaron a desvanecerse.

Lucas se acercó a su padre, mostrando su pintura. "¡Papá, mirá! Hice esto con mis amigos."

El padre no podía creer lo que estaba viendo.

"Es impresionante, Lucas. ¡No sabía que podías hacer esto!"

La Dra. Ana aprovechó el momento y se dirigió a los padres.

"Cuando damos la oportunidad a cada niño, ellos sorprenden a todos. No solamente están aprendiendo, sino también enseñándonos sobre la amistad y la colaboración."

Mafe se sintió llena de orgullo al ver cómo los padres empezaban a comprender el valor de la inclusión. Y aunque hubo retos, cada vez que superaban uno, los niños brillaban con más fuerza.

Al final del proyecto, los maestros y Mafe se sintieron recompensados.

"Lo logramos, y esto es solo el comienzo", dijo Mafe con alegría.

La comunidad del colegio estaba cada vez más unida. Mafe se fue, pero dejó una huella en cada niño y cada maestro. Sabía que el camino de la inclusión siguiera en marcha, y eso era lo más importante.

Cuando regresó a la universidad, Mafe sonrió por todo lo aprendido. La historia del colegio José Domingo Buscan resonaría en su corazón para siempre, recordándole que a veces, lo que parece un desafío puede transformarse en algo hermoso gracias al amor y al trabajo en equipo.

FIN.

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