Magda la motoquera solidaria



Magda era una niña muy especial. No solo le encantaba pasear en su moto por las calles de su barrio, sino que también tenía un gran corazón lleno de amor y solidaridad.

Un día, mientras recorría las calles, vio a un viejito que estaba teniendo problemas para cruzar la calle. Sin dudarlo, Magda se acercó a él y le ofreció su ayuda. "¿Necesita ayuda para cruzar, señor?", preguntó Magda con una sonrisa.

El viejito, sorprendido por la amabilidad de la niña, asintió con la cabeza. Magda tomó su mano y lo ayudó a cruzar la calle. El viejito, agradecido, le dijo: "Eres una niña muy amable, ¿cómo puedo agradecerte?". Magda, con su voz alegre, contestó: "No hay de qué, señor.

Solo hago lo que me enseñaron: ayudar a los demás siempre que pueda". A partir de ese día, Magda se volvió famosa en su vecindario por ser la niña motoquera que siempre estaba dispuesta a ayudar a los más necesitados.

Ya fueran viejitos que necesitaban cruzar la calle, o vecinos que necesitaban ayuda con las compras. Magda siempre estaba allí, lista para tender una mano amiga.

Su bondad y solidaridad inspiraron a muchos en el barrio, y poco a poco, más personas se unieron a ella para ayudar a los demás. Magda entendió que, aunque su moto le permitía recorrer las calles rápidamente, era su corazón generoso lo que la convertía en una verdadera motoquera.

Y así, entre aventuras en su moto y actos de solidaridad, Magda seguía siendo la niña más alegre y paciente que ayudaba a los viejitos, demostrando que nunca eres demasiado joven para marcar la diferencia en la vida de los demás.

FIN.

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