Magdalena y la lección de tolerancia



En un pequeño pueblo de Argentina, vivía una niña llamada Magdalena. Ella era inteligente, divertida y siempre estaba rodeada de amigos en la escuela.

Sin embargo, Magdalena tenía un problema: era impaciente y no podía tolerar a las personas que eran diferentes a ella. Un día, la maestra les anunció a los alumnos que tendrían que trabajar en parejas para un proyecto especial.

Magdalena estaba emocionada, pero cuando la maestra anunció que ella tendría que trabajar con Sofía, una niña tímida y reservada, su rostro se ensombreció. - '¡No quiero trabajar con Sofía!', protestó Magdalena. - '¡No es justo! Ella nunca habla y seguro arruinará el proyecto'.

La maestra le recordó a Magdalena que la tolerancia y el respeto eran valores fundamentales en la escuela. A regañadientes, Magdalena aceptó trabajar con Sofía. Durante los primeros días, Magdalena intentó llevar la batuta del proyecto, pero Sofía siempre tenía ideas diferentes.

Magdalena se frustraba cada vez más y no podía entender por qué su compañera no pensaba como ella. Un día, la maestra les propuso una actividad para aprender sobre la importancia de la tolerancia.

Les pidió que se coloquen en un círculo, tomados de la mano con los ojos cerrados, y escucharan los corazones latir de sus compañeros. A medida que Magdalena sentía el pulso de Sofía, algo cambió dentro de ella. Comenzó a comprender que, a pesar de sus diferencias, todos eran iguales en el fondo.

A partir de ese momento, Magdalena empezó a escuchar a Sofía y a valorar sus ideas. Juntas, lograron hacer un proyecto maravilloso que sorprendió a todos.

Magdalena aprendió que la diversidad enriquece, que la tolerancia es fundamental y que cada persona tiene algo único que aportar. Desde entonces, se convirtió en una amiga comprensiva y solidaria, y su aula se transformó en un lugar donde todos eran aceptados y respetados.

FIN.

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